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Es día de fiesta

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Fecha Publicación: 24/12/2023 - 20:45
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Lo escribo, usted al leerlo escúchelo y reciba todo el afecto y entusiasmo que le puse como si estuviéramos frente a frente, y, en realidad, es como estamos porque no leemos de costado. Lo escribo porque disfruto la posibilidad y privilegio de salir hoy y compartir un tema no siendo exactamente navideño, como ahora se entiende, tiene el primer motivo que hace del 25 el día que se recuerda y celebramos. Tiene a la Madre y tiene al Niño, que es por quien Navidad es lo que es. De chico, en Tacna, fui de Navidad con Niño, nacimiento y comida antes de la Misa de Gallo en el Hospital de San Ramón.

Los regalos los pedía con carta al Niño que los dejaba al pie de la cama para encontrarlos al despertar y abrir antes del desayuno. Papá Noel no estuvo en la casa de Tacna. Armaba mi nacimiento de piedra de Huamanga con ligeros toques dorados, la Virgen, San José, el Niño, los Reyes y también el burro y la vaca eran realmente hermosos. Era uno de los tres que mi abuelo Alfredo Cavagnaro compró en Huancavelica. Uno para cada una de sus hijas. Hoy esas piezas tendrían cien años. Tengo el de mi tía Norah, pequeño, anda medio escondido; el de mi madre, un poco más grande, tenía color y personajes más elaborados, guardo al Rey blanco, decapitado, los otros no habidos. Me hubiera gustado poder publicar el mío, solo tengo a mano al señor burro y la señora vaca que hacen guardia al retrato de Noritah. Parte del preparativo para esta

Crónica fue pensar en usar la foto de esa pequeña pintura sobre madera, Virgen con Niño, pieza realmente hermosa que fue de don Nito Ibáñez. La compró en Cusco durante su gestión de banca, tiempo en que disfrutó de cercana amistad con Martín Chambi. Esa foto como mi nacimiento andan de paseo, puede que uno de estos días regresen, como volvieron, casi llamadas con campana sobre campana, las que estamos viendo. Un día del que tengo recuerdo las hice en el primer patio de la casa Riva-Agüero, emblemático local de la Universidad Católica en la calle Lártiga. Fui para hacer unas fotos a la doctora Margarita Guerra, tan emblemática como el mismo Instituto Riva-Agüero. En el patio, Maruja Villavicencio y Miriam Leiva estaban entregadas a su tarea de recuperación de La Rectora, talla del siglo XVII que recibió el nombre por estar en la Casa Riva-Agüero, donde por años funcionó la oficina del Rectorado y la facultad de Derecho.

Después de terminada la minuciosa y precisa tarea de Miriam y Maruja, que han tenido presencia en el MALI, la hermosa talla, obra de Juan Bautista Valdez, recuperó ese importante brillo de oro que le otorga majestad. La madre, suspendida la lectura, en calmado reposo está entregada a un pensamiento que no distrae la línea de comunicación que ha establecido el Niño. En 2017 fue expuesta en la Casa O´higgins junto a otras piezas de la Colección Riva-Agüero.

Pensé, serán muchos los alumnos y exalumnos de la Pontificia Universidad Católica que no conocen de la existencia de La Rectora y hoy sería una buena oportunidad para darles una pista sobre la que podrían proponerse una visita a la Colección Riva-Agüero y encontrar en el corazón del Alma Mater esta versión de la Madre de Dios que hoy 25 de diciembre permite que se levante la alegría, reine la paz, ojalá fuera posible, se olviden pesares, rencores; y la buena voluntad como el abrazo sean mucho más que una mera formalidad de corta duración. Repetiré mi deseo de Feliz Navidad para ustedes, mis queridos lectores.

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