Epístola de la nostalgia
Querido Arturo, voy camino a Chaclacayo. Acabo de salir de Evitamiento. Ingreso a la autopista Ramiro Prialé. Voy solo. Voy sin mi Haruko, sin esa forma tan suya de sonreír, sin su: “qué lindo, vamos a visitar a Rosi y Arturito”. Siento nostalgia, Poeta. Recuerdo cuántas veces nos confundimos contigo en el volante por esta carretera. “Viejo, esa es la Atarjea?” Sí, te respondía. Y tú: “Entonces estamos en la ruta equivocada”. “No, Arturo. Vamos bien”. “Viejo La Atarjea queda en Huaycán”. “No Arturo, sigue de frente y llegaremos a Huachipa, luego pasaremos Santa Clara”. Entonces el Poeta me miraba y sonreía como un papá que no quería dar su brazo a torcer: “Lo hice para ver si estás atento, vamos más rápido”, y presionaba el acelerador hasta los 60 Km. por hora. Si pasaba esa velocidad sonaba una extraña alarma. Una noche, luego de organizar dos antologías sobre el soneto (una peruana y otra latinoamericana), no podía dejarlo retornar solo a Chaclacayo (estábamos en el Haití de Miraflores). Eran las 11. Me ofrecí a acompañarlo. Hora y media después, sentí que ejecutaba un monólogo. Miré al Poeta: Arturo con su melena sobre el volante, dormía. Su pie en el acelerador y el otro en el freno con una precisión de brujo o de robot. “Arturo, despierta”. El autor de “A bordo del Arca” levantó su cabeza, observó por el espejo retrovisor, miró a los costados y con la tranquilidad de quien tiene todo bajo control me respondió: “No te preocupes, conozco el camino de memoria. Además, dormido manejo mejor”. Y ambos carcajeamos. Ingreso a Huachipa. El tráfico no ha cambiado. La sensación de no encontrarte en Chaclacayo me embarga de una infinita nostalgia. Recuerdas cuando fuimos a casa de César Calvo o la tarde con Jorge Díaz Herrera y su perro gigantesco? Te veo al lado de mi Haruko y su pequeño karateca tomándose fotos con las esculturas de Alberto Quintanilla o al costado del mural de Gino Ceccarelli. Sabes? El pequeño karateca mide 1.72. El tiempo vuela, Poeta. Nosotros no. Voy a una actividad con niños organizada por Iván Altamirano y la escritora Inés García Calderón. Voy a visitarte, Arturo: Chaclacayo siempre serás tú.