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Enajenación mental o imbecilización…

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Fecha Publicación: 03/07/2024 - 22:50
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Hace unas semanas que todo el Perú se enteró de masivas violaciones sexuales cometidas por docentes en la zona de Condorcanqui y aledaños, cuyas agresiones han venido cometiéndose desde hace muchísimo tiempo sin que autoridad alguna haya iniciado alguna investigación formal, de modo que no existe sanción para nadie y los docentes agresores siguen desempeñándose como tales como si nada hubiese ocurrido y, lo más exasperante, es que va pasando el tiempo y el Estado no tiene ninguna respuesta eficaz para enfrentar esta ignominia.

Creímos que tamaña salvajada contra nuestros niños y la impunidad de ser tratados como objetos y no como sujetos de derechos especialmente protegidos era el colmo del deterioro social y moral que va carcomiendo groseramente la ética pública, pero nos equivocamos en todos los sentidos.

Acaba de hacerse público el hecho de una violación sexual en manada, cometida por agentes policiales en perjuicio de un suboficial contra quien ejercieron violencia física, con golpiza incluida, para vencer la resistencia de la víctima, quien ejercitando su derecho de libertad e invocando el respeto a su integridad corporal y sexual, se resistía a ser sodomizado.

La denuncia del agraviado sostiene que los atacantes y violadores fueron todos los del grupo policial, aunque por ahora solo están detenidos dos de estos.

Lo deleznable del discurso justificatorio inicial, igual de bárbaro cuando se sostuvo que las violaciones de niños nativos de Condorcanqui eran producto de la cultura comunal, fue escuchar que la masiva violación del efectivo policial por parte de sus colegas tenía su justificación en una especie de “iniciación” presuntamente instaurada como regla en la institución policial, lo que no solo denigra este ataque propio de bestias humanas, sino que pondría en tela de juicio la virilidad de todos los efectivos activos y en retiro de la PNP porque, se supone, todos habrían tenido su proceso de “iniciación” contranatural aún en contra de su voluntad.

Esta imputación de “iniciados” ha sido rechazada, como es natural, por todos los oficiales y subalternos de la policía, con lo cual la institución valida el respeto de la integridad física de sus integrantes, de su libertad y hasta de sus opciones sexuales, descartando la existencia de acoso y abuso de poder por parte de los superiores contra los subalternos y entre estos respecto del individuo frente al grupo, porque si no se respetara a los hombres, ni siquiera podríamos imaginarnos el trato contra las mujeres en la PNP.

Es el momento de recordar que “el honor es su divisa” para que toda la policía asuma una posición de respeto e inmediata exclusión de cualquier duda al respecto, actuando con firmeza contra los enajenados mentales que violentaron brutalmente a su colega y expulsen a todo integrante que muestre síntomas de esta deleznable imagen de imbecilización.

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