¿En que consistió la resolución 181 de la ONU sobre la partición de Palestina?
Ahora que ha vuelto a cobrar actualidad el problema palestino-israelí, mirando la guerra del Estado de Israel contra el grupo terrorista Hamás, que controla el territorio palestino de la Franja de Gaza, considero muy oportuno referirme, estimado lector, a la Resolución de las Naciones Unidas sobre la denominada Partición de Palestina, el punto de partida del complejo asunto. Lo voy a explicar. El irrepetible holocausto de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) concebido y decidido por la insanía de Adolfo Hitler, conmocionó al mundo entero. Más de 6 millones de judíos fueron exterminados. Esta situación generó el aceleramiento del fenómeno del retorno hacia el territorio de la Palestina, ya iniciado -es la verdad- bajo el Mandato británico otorgado por la entonces Sociedad de Naciones, la antecesora de las Naciones Unidas, en 1922. Dos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1947 la ONU tuvo que asumir el activo de abordar el asunto de Palestina, y para ello decidió crear una comisión que pudiera determinar la mejor salida a la disputa que mantenían por un territorio que pertenecía a ambos pueblos desde siempre.
Así, la denominada Comisión UNSCOP –la integró el embajador peruano Arturo García Salazar, excanciller de la República (1918-1919), y su hijo, el también embajador y excanciller, Arturo García García, me contaba con orgullo la actuación y experiencias de su padre en este delicado asunto, cada vez que iba a su casa en San Isidro, llevándole la Revista Peruana de Derecho Internacional-, decidió proponer como recomendación al pleno de la Asamblea General de la ONU, la partición de toda la Palestina. Así fue como el 29 de noviembre de 1947, hace casi 76 años, la ONU aprobó la Resolución 181, que estableció la partición del territorio en dos Estados: Israel y Palestina. Los judíos la aceptaron y David Ben-Gurión declaró la independencia de su pueblo al año siguiente. Los árabes no, y, en cambio, ese mismo día, que también fue el punto final del referido Mandato británico sobre la Palestina, declararon la guerra a Israel. Luego, 20 años después, vendría la sonada Guerra de los Seis Días (1967) en que Israel sorpresivamente tomó todo el Sinaí y gran parte de los territorios de los árabes, cuya mayor consecuencia fue el surgimiento de los asentamientos judíos por la ocupación, y de otro, de los refugiados palestinos pues fueron obligados a dejar sus tierras. Esa también es la verdad. Los resentimientos cundieron y la violencia se volvió una regla. Hay quienes creen que se trata de un problema religioso cuando no lo es, y aunque tenga un sesgo en ese sentido -el asunto de la jurisdicción de Jerusalén-, el problema entre Palestina e Israel es por territorios y sigue siendo central en la política internacional de Medio Oriente y en esa tarea los Estados árabes que han venido normalizando sus relaciones con Israel, serán claves para conseguirlo. Palestina debe convertirse en Estado pleno de la ONU -solo es observador- e Israel, vivir con una paz que se merece y que solo los árabes pueden asegurar. Para llegar a la paz y hacer realidad el objeto de la Resolución 181, el frente interno palestino debe alcanzar la unidad que aún no tiene por el extremismo del Hamás que controla la Franja de Gaza y en Israel, en su momento, Benjamín Netanyahu, aunque por ahora empoderado, luego se le percibirá desgastado, y tendrá que dar un paso al costado. Este asunto no debe dejarse para las calendas griegas.
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