¡En ninguna parte del mundo, esto es justicia!
Continúa consolidándose la podredumbre al interior de una institución vertebral, llamada Fiscalía de la Nación, corrompiendo al Estado de derecho y fortaleciendo la carencia de Justicia concebida como la ausencia de garantías en los procesos judiciales llevados a cabo por los órganos estatales. Estos son el poder Judicial y el Ministerio Público, otrora bastiones defensores de Juan Pueblo. Reiteramos, este país hasta hace veinte años garantizaba procesos jurídicos limpios, impartidos por entes profesionales expresamente encargados por la Constitución y conformados por jueces y fiscales profesionales y moralmente seleccionados por una Academia de la Magistratura, integrada por los mejores y más honorables juristas del país. De aquel esquema de Estado, ahora quedan tan sólo flecos y apenas vagos recuerdos. Mientras tanto, cual volcán en plena erupción, tenemos a una fiscalía cada día más corrupta; más politizada; más inmunda, dirigida por sujetos de la más vil y miserable calaña. Como el tal Gustavo Gorriti, que hace décadas funge de titiritero de nuestro ministerio Público, conminando a telefonazo limpio nada menos que al entonces Fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, requiriéndole que ordene a un fiscal –que se encontraba en pleno ejercicio de sus funciones– que suspenda la misma, porque se trataba nada menos que de la oficina del intocable Gorriti, pretendiendo esconder así indicios de ilegalidades que habrían quedado archivadas y sin castigo para los responsables; empezando por el nunca investigado Gustavo Gorriti, dueño de la oenegé Instituto de Defensa Legal IDL que, en ese instante, estaba bajo la lupa de un fiscal que, inconstitucionalmente, repetimos, fue retirado de la audiencia.
En reveladora entrevista difundida por el programa Combutters, la aún suspendida Fiscal de la Nación Patricia Benavides denunció que “Gorriti aprovechó una reunión cuya agenda era periodística –sin ser él periodista, ni el IDL un medio periodístico– pretendiendo influenciar en las investigaciones del Equipo Especial de Fiscales contra la corrupción del Poder.”
Esta es la manera canallesca como se manejan los hilos de intereses al interior de la Fiscalía de la Nación, transformada en suerte de casa de terror por los caviares, donde preparan y dictan las sentencias que harán aplicar a algún cuestionado juez a quien la extorsionadora Junta Nacional de Justicia ordenará cómo votar, si quiere mantener su cargo.
La Justicia no debe seguir así, amable lector. De no expectorar a los caviares de la Junta Nacional de Justicia, la Fiscalía de la Nación y el Poder Judicial, el Perú caerá pronto en manos del totalitarismo. ¡Presionemos al Parlamento para que haga su trabajo!
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