En casa de herrero, cuchillo de palo
¿Le resulta familiar el oficio del herrero? Éste fabrica, monta y ajusta piezas de metal, incluidos utensilios como los cuchillos y tenedores. Sería raro que con su habilidad para crear un cuchillo de metal, prefiera usar el de madera en casa. En el Perú, a menudo nos ven como ese herrero que no aprovecha sus propios recursos. Somos como un alquimista sentado sobre un montón de oro sin refinarlo, o como un país con abundante cobre sin fundir. Nos retratan como la nación rica en minerales y metales preciosos. Lamentablemente estancada por nuestros problemas políticos y sociales.
Para el inversionista, es evidente que tenemos recursos no explotados. Las agencias calificadoras de riesgo lo corroboran. Nos contamina la pérdida de la confianza, profundizada por la incertidumbre política y la caída de los precios de los metales. Bueno fuera que nos percibieran como un bibliotecario que no sabe leer, pues la solución es aprender. En el Perú, hemos demostrado capacidad para fomentar inversiones por años; ¿pero qué hay de la sostenibilidad?
Las empresas aprendieron a retener el talento interno, a reinventarse en medio de la pandemia y a mantenerse lejos de la política, que es percibida como corrupta y decadente. O sea, han aprendido a desaprender cómo impulsar prácticas empresariales que permitan mejorar la calidad en la política, algo demasiado evidente en los tiempos del golpista Castillo.
Fitch Ratings nos diagnosticó:”parálisis política” provocada por las amenazas de disturbios civiles y conflictos sociales. Las empresas respondieron con terminologías empresariales de moda, tales como “paralizarlo todo” lo que implica medidas para proteger a los empleados; “paz social” un llamado a la dignidad e inclusión de las comunidades; “cruzadas” a favor de los ideales proinversión; además, se hizo popular “el Estado es el problema”, como la nueva zona de confort.
La parálisis desencadenó la fuga de talentos. Es como si el herrero, nos dijera adiós y dejará de utilizar sus utensilios de cobre, porque la culpa de agitadores que bloquean y atacan su labor. Particularmente, sucede en el denominado “cinturón del cobre”, que abarca la región de Conga y se extiende a largo del corredor minero del Sur.
Es clave que los empresarios redescubran la importancia de la política empresarial y se comprometan activamente en la implementación urgente de grandes proyectos que contribuyan a la reducción de la pobreza y beneficien a más peruanos. Debemos pasar del discurso de las modas extranjeras a la acción concreta, transformando el cobre en energía sostenible, lo cual es esencial para la electrificación y la descarbonización, ambas prioridades globales.
Tía María en Arequipa podría generar regalías de 300 millones de soles y crear 9 mil empleos en la región. Cuenta con licencia social, propone alternativas, como la represa de Paltiture, y emplea tecnología ambiental que da la sostenibilidad a la agricultura, la pesca, la ganadería y la salud con el uso de agua regulada.
Los empresarios deben aplicar el mismo enfoque pragmático que utilizan en sus empresas para proponer soluciones en sintonía con la realidad. Un ejemplo, lo dio Miguel Ferré, profesor fundador del PAD de la Universidad de Piura, junto a un panel de destacados empresarios con experiencia en el sector público. Ellos elogiaron al ministro de Economía por modificar la regulación de obras por impuestos, permitiendo que ahora el 80% del impuesto a la renta se pueda destinar al desarrollo de obras de salud, educación e infraestructura en las regiones, y está libre de corrupción porque cae en manos privadas serias.
Es bueno que se convenza al ministro Contreras de realizar una mejora adicional a la norma, de manera que los certificados CEPRIL sean entregados por el Ministerio y no de las autoridades locales y regionales que cambian en el transcurso del proyecto y siguen diferentes líneas políticas.
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