Empleador solidario con sus trabajadores

El periodista no solamente es testigo de hechos que los informa a los lectores; también puede exponer experiencias propias que permitan conocer y comprender una realidad aplicable útilmente a la vida de las personas.
Veamos algunas experiencias vividas en el trabajo. Como profesional asesoraba a trabajadores y sus organizaciones sindicales para resolver problemas que devienen de las relaciones laborales entre prestadores de trabajo con sus empleadores. No es sencillo hacerlo debido a los intereses y consecuentes contradicciones entre ambos. Cada uno tiene sus objetivos; para el empresario es invertir para obtener ganancias y para el servidor es el puesto de trabajo remunerado para su sostenimiento personal y familiar. Muchas veces sus relaciones llegan a conflictos. Es la generalidad.
He vivido una experiencia impresionante. En una empresa uno de los trabajadores era el encargado de llevar al banco el dinero producto de las ventas del día anterior en un automóvil del dueño. Una mañana ese chofer fue asaltado y, con un disparo en la cabeza, lo mataron y se llevaron el dinero. En el distrito provincial la población quedó conmovida. El dueño, al enterarse del crimen y robo, más se preocupó por su trabajador.
Hizo de inmediato el pedido a una funeraria para el entierro y a un jefe de la empresa le ordenó que de inmediato organice el velatorio en la sala de espera de la empresa. También, de inmediato, contrató para que en el cementerio haya un lugar para edificar una cripta para enterrar a su trabajador.
Cuando los trabajadores pensaron que allí quedaba “todo”, el dueño visitó a la viuda y le dijo: “A partir de ahora usted va a reemplazar a su esposo en la empresa, va a estar en planillas, pero en lugar de ir a trabajar en las oficinas, se va a dedicar a cuidar a sus tres hijos para que terminen sus estudios y comiencen a trabajar y usted se jubile.” Y así se cumplió.
Otro hecho de ese mismo empleador es que edificó en el local de la empresa un comedor y cocina. Por cuenta de la empresa, los obreros, empleados, funcionarios y dueños tenían, sin pago alguno, los diarios alimentos (desayuno para los que trabajaban de amanecida, almuerzo para todos y comida para los del turno nocturno). Todos se servían igual y no había asientos de “privilegio” y hasta festejaban los cumpleaños.
En esa empresa no había conflictos. ¡Todos eran iguales! Todos conocían la productividad y los movimientos económicos y hasta las ganancias.
Consecuencia de mi experiencia: empleadores y trabajadores, unidos y comprensivamente, deben aportar voluntad para fortificar el centro de trabajo.

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