¿Eliane Karp seguirá derramando lisura?
A propósito que ayer la Corte Suprema declaraba procedente extraditar de Eliane Karp de Toledo, procesada en Lima por delito de lavado de activos en el caso Ecoteva -aunque vive en Israel desde 2023-, cabe recordar su odio visceral -de connotación racista- por cierto sector de nuestra población, expresado en un mitin donde pretendió desviar la atención ante “un rumor malintencionado”. Se refería a que, por primera vez, se había descubierto el uso de recursos sospechosos, injustificados en poder de ella y de su marido, Alejandro Toledo. Fue raíz de sendas compras inmobiliarias hechas a nombre de su madre, Eva Fernenbourg, involucrando una casa valorizada de US$4.5 millones, una oficina valorada en US$1 millón y, por si fuera insuficiente, la cancelación del saldo por US$500 mil de dos hipotecas sobre sus residencias en Camacho y Puerto Pizarro. Vale decir, súbitamente aparecieron US$6 millones en efectivo, que encendieron todas las alarmas entre los juzgados donde ella y su esposo continúan siendo juzgados. La reacción de Karp, como solía serlo siempre, fue hepática y racista; el escudo para esconder sus justificados temores. Esto dijo a grito destemplado:
“Escúchenme bien, pituquitos miraflorinos, los apus ya han hablado; mi cholo es sano y sagrado.” ¡Los apristas son unos perritos rabiosos; lo único que saben hacer es ladrar, sin absolutamente ningún dato en las manos! Sobre Alan García dijo: “Mientras él estaba tomando su vinito en los cafés de París (…) nosotros estábamos poniendo nuestro pecho para restablecer la democracia. Sobre el triunfo electoral de Alan en junio 2006: ¿Quién es el, ah? ¿Qué ha hecho en su vida?, haciendo alusión a “un panzón maléfico y asesino”. También arremetió contra Pilar Nores, y lamentó que se hubiera restituido la democracia “para darle espacio al gobierno de Alan García”.
Pero no quedó títere con cabeza. Sobre el reputado arqueólogo Federico Kauffmann sostuvo: “es un pobre imbécil (…) le ha pedido trabajo a mi esposo desde 2001. Es un pobre infeliz que miente, acusándolo de responsabilizarla de sacar momias y restos arqueológicos.¿Acaso se ha encontrado algún defecto? ¿Se ha encontrado algo más allá de chismes vulgares de periodistas comprados, o sobre malos manejos de la Conapa, que yo supervidaba? ¡No existen compras de joyas ni de ropa a costo del Estado. Si hay ropa es porque mi esposo quiere regalarmela y es su derecho, con plata suya, con su sueldo!”
Eliane Karp defendía así a Alejandro Toledo de las críticas surgidas a raíz de las millonarias y, a su vez, simultáneas compras inmobiliarias descubiertas a nombre de su madre, Eva Fernenbug. Solía hacerlo apelando a una retórica muy humillante e insultante contra “los enemigos de mi marido”. Hoy, la hija de ambos, Chantall, vive en Londres; Elliane radica en Israel, desde ayer con orden de extradición. Y su esposo -aunque nadie sabe si aún lo es- está tras las rejas. Evidentemente, ambos saben lo ocurrido durante su época de apogeo. ¡Y conocen quienes asaltaron al Perú junto con ellos! Su mejor defensa debiese ser imputarlos, beneficiándose de aquella confesión sincera.
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