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Elecciones sin candidatos

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Fecha Publicación: 04/08/2025 - 22:50
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Con cinco alianzas registradas, y sin plazo para nuevas uniones, avanza a trompicones el complicadísimo proceso electoral 2026, respecto del cual las proyecciones deben perfilarse desde la emotividad popular antes que del análisis racional de la ciencia política y el cálculo de probabilidades.
En 1979 le pregunté a don Fernando Belaunde sobre el aparente problema de la frágil ideología de Acción Popular y lo que parecían pocas posibilidades en la votación del año siguiente. Su respuesta aún me retumba: “En el Perú —dijo— las elecciones no se ganan por ideologías ni planes de gobierno, sino por el estado de ánimo y la corriente emocional de los ciudadanos”. El arquitecto tuvo razón, sin mayores propuestas programáticas el pueblo lo repuso en el mando que le quitó el velascato.
A la luz de los 10 comicios generales transcurridos desde entonces, el análisis parece tener validez. Casi 27 millones y medio de electores iremos a las urnas para emitir 5 votos (diputados, senadores nacionales, senadores regionales, Parlamento Andino y fórmula presidencial); tendremos que elegir entre 37 opciones y deberemos seleccionar entre alrededor de medio millón de postulantes de todos los niveles. Frente a eso, la decisión será emocional, no hay capacidad de un voto masivamente racional.
La complejidad es tremenda si se ponderan factores como el analfabetismo funcional, que puede abarcar a un 30 % de los ciudadanos según indicadores como el examen PISA; y si se advierte la peligrosa barrera de acceso de cédulas de más de un metro de largo, con demasiadas opciones múltiples y combinaciones que fácilmente pueden invalidar la voluntad ciudadana.
El enfoque ideológico clásico no aporta mucho. Tabuladas las principales encuestas, se encuentra que más del 50 % de los electores son de centro, 24 % de derecha y 12 % de izquierda. Pero nadie define qué significa cada postura en una nación anímicamente explosiva, cansada de la política tradicional, enfocada en el regionalismo y que practica el capitalismo popular por informalidad y pragmatismo puro.
Así las cosas, por supuesto que son buenas las alianzas, pero su impacto es muy relativo. La campaña todavía no arranca, será breve y en un escenario caótico donde la pelea de fondo la darán quienes tengan mayor cercanía afectiva al pueblo y mensajes caudillescos. Allí hay espacio para trabajar la empatía porque, salvo poquísimas excepciones, todavía no hay candidaturas oficiales y con liderazgos bien demarcados. Seguimos en la paradoja de avanzar en un calendario electoral sin candidatos definidos.

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