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El topo

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Fecha Publicación: 14/12/2023 - 22:10
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Jaime Villanueva Barreto, exasesor y coordinador parlamentario entre el Ministerio Público y el Congreso es filósofo de profesión. Proviene de San Marcos pero ha hecho su carrera trepando en la PUCP. En el mundo de los filósofos existen dos clases. Los que tienen espaldas financieras por patrimonio y los morts de faim que tienen que vivir acomodándose y haciéndole la corte académica a los que cortan el jamón en las universidades y que por lo general son caviares. Jaime Villanueva es de estos últimos. A inicios del siglo, Villanueva se habría acercado a los filósofos-esposos Salomón Lerner (exrector de la PUCP) y Rosmary Rizo Patrón para poder acceder a la Comisión de la Verdad donde había una danza de millones de dólares y de la cual Lerner fue su presidente. Los unía, probablemente, su interés por la fenomenología de Husserl. Sus objetivos se habrían hecho realidad y desde allí se soldó a la argolla caviar. Como todos aquellos filósofos sin patrimonio, Villanueva se aupó al gobierno de turno en aras de conseguir trabajo. Al parecer le habría ido bien con Perú Libre.

Pero cuando cayó el régimen del golpista y caco Castillo, Villanueva terminó quién sabe cómo en el Ministerio Público donde trepó a ser hombre de confianza de la fiscal de la Nación Patricia Benavides. Esta era la enemiga número uno no sólo de los caviares a los que había enfrentado en la fiscalía, sino del partido depuesto que tenía sangre en el ojo. Con estos antecedentes la fiscal confió en él y el fin de la historia ya es conocida. Villanueva está en su casa luego de una corta prisión preliminar y haber “echado” a su exjefa con unos chats que en realidad no dicen absolutamente nada delictivo pero que le han costado la cabeza a Patricia Benavides. Con su fin en el Ministerio Público, los caviares han vuelto como Pedro por su casa, reponiendo a la desleal fiscal Marita Barreto en el cargo del que fue removida por Benavides. Barreto fue la que orquestó el muñeco de la “organización criminal” liderada por Benavides, amplificada por los medios caviares y toda su argolla. Lo cierto, lo concreto y lo real es que la caída de Benavides no hubiera podido ser posible sino hubiera existido un topo en su entorno que facilitara la construcción del “muñeco” que le armaron a la fiscal sin sufrir él ninguna consecuencia, más aún, siendo su palabra tomada por ley desde la comodidad de su hogar.

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