El tablero mundial para el 2025 – segunda parte
Continuando con mi columna de ayer. Europa y África, para este año se moverán de la manera siguiente: 6) Aunque Europa se ha recuperado –Alemania, que pronto tendrá nuevo jefe de gobierno por el reciente adelantamiento de las elecciones, es el país más poderoso del viejo continente, y España, que ha tenido una recuperación con crecimiento notable, junto a los demás países del territorio Schengen, volverán a exigir determinados requisitos para ingresar en ese espacio–, sigue siendo vulnerable y dependiente, y por eso como bloque –Unión Europa– seguirán hallándose mejor protegidos, mirando a Rusia, que sigue concentrada en su guerra contra Ucrania, y de la que recibe gran parte del gas con que vive. 7) La OTAN volverá a ser lo que Donald Trump quiera, y lo más probable es que la alianza atlántica, se retrotraerá en sus apoyos a Kiev, conforme los planes de EE.UU., para apagar la guerra en Europa del Este, aunque eso desespere al presidente ucraniano, Volodomir Zelenski, pues su país no entrará en la OTAN como tuvo la esperanza, por lo menos hasta el día en que Trump ganó las elecciones, en noviembre de 2024. 8) En África, el imparable crecimiento y desarrollo del reino de Marruecos, ha comenzado a consolidar el desplazamiento de Sudáfrica, como el más poderoso del continente, confirmando a Rabat, no solo como puerta de entrada africana a Europa, y de salida hacia otros espacios del globo, si no que, los países del complejísimo espacio del Sahel –uno de los lugares más anarquizados y fracturados de África y del planeta–, seguirán alineándose con Marruecos, que les ofrece estabilidad y confianza, gracias a su credibilidad internacional, reflejada en el respaldo mayoritario de los países africanos y de otras partes del mundo, al reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara Occidental y de su propuesta de autonomía presentada a la ONU en 2007 para esa región del Magreb, dejando sin piso a Argelia, que padece un severo aislacionismo, viéndosele discutir con todo el mundo, como ha sucedido, últimamente, por su postura reactiva contra Francia, por el cierra filas de París con la referida soberanía marroquí sobre el Sáhara, y su desvanecimiento ante la Resolución 2756 del Consejo de Seguridad de la ONU, de octubre de 2024, que, juntas, han terminado por debilitar cada vez más los obnubilados planes de Argel de querer salir hacia el Atlántico –geográficamente no hay forma que lo haga–, a través de la ficticia “República Árabe Saharaui Democrática – RASD”, que creó junto al Polisario para afectar la integridad territorial de Marruecos, y de paso, explotar los fosfatos del Sahara marroquí, lo que es condenado por el derecho internacional y las relaciones internacionales consagrados por las Naciones Unidas. En la porción del cuerno africano –lado este del continente–, en cuyos espacios yacen muchas naciones tribales en la condición de Estados fallidos, sigue imponiéndose la barbarie, que no ha podido detener las oleadas migratorias subsaharianas (África negra) hacia Europa, lo que seguiremos viendo a lo largo de 2025.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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