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El sombrero y el elefante

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Fecha Publicación: 01/07/2025 - 22:30
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Hace 125 años nació Antoine de Saint-Exupéry, autor del libro que tiene 640 versiones y que es el más traducido de la historia después de la Biblia: El Principito. En la dedicatoria a un gran amigo “que tiene hambre y frío”, el escritor y aviador francés dijo: “…todos hemos sido niños alguna vez pero pocos lo recuerdan. Dedico, entonces, este libro a León Wert, cuando era niño.” Antoine murió en julio de 1941, cuando la metralla alemana alcanzó su avión sobre el cielo de Marsella.
En este mundo, mucho más de imágenes que de palabras, un dibujo ilustra la epopeya de este libro que ha encandilado a las generaciones con su mensaje. El apunte muestra a una serpiente comiéndose un elefante, al que como a todas sus presas devora completamente para luego dormir en una larguísima digestión. Antoine preguntaba de niño a las personas grandes qué era su dibujo y ellas le respondían de inmediato: es un sombrero. Él porfiaba: no, no es un sombrero, es una serpiente baobab que se ha comido un elefante. De esa ilustración deriva una de sus frases más famosas: “Lo esencial es invisible a los ojos.”
El Principito llega siempre de planetas lejanos, no sé si huyendo o peregrinando en un largo destierro. No tiene prisa porque sabe lo que son el arribo y la partida y no quiere repetirlos una vez más. No sabe si en el sueño o en el páramo se ha hecho amigo de un zorro que habla como él y que tiene un vago recuerdo de algo que se llama amor y que lastima. ¿Será hijo de un dios? Sea como fuere, se ha propuesto evangelizar a los peregrinos de los vastos desiertos y aunque apenas encuentra alguno de cuando en cuando, siempre predica su verdad con indeclinable orgullo. Es tierno con todos pero si tuviera que escoger entre los caídos del cielo y los de la tierra, se iría con estos últimos. Su apariencia es sencilla pero quién sabe que verdades esconden su capa y sus botas. Dibuja con la mente y piensa con el corazón, cosas que se aprenden al perder la inocencia. Su patria es la infancia pero por alguna secreta razón nunca ha querido regresar a ella. Mansa, dichosamente acepta su destino de paria y posa para todo el mundo con su espada de lata.

Jorge.alania@gmail.com

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