El socialismo destruyó Venezuela
Alguna vez fue una de las economías más prósperas de América Latina. Hoy está en ruinas, devastada por una ideología que ha traído miseria, corrupción, odio y muerte en todos los países donde se implantó a sangre y fuego.
Ayer, veintidós países, a través de la Declaración de Santo Domingo, exigieron la “inmediata publicación de actas” de las fraudulentas elecciones venezolanas. Lo hicieron la Unión Europea y la OEA. La demora pone en entredicho los resultados y parece ser la antesala del fin del chavismo.
Lula da Silva, AMLO y Gustavo Petro, tres cobardes que pocas horas antes de la reunión de la OEA defendían a Maduro, luego, si te vi no te conozco. Lula, con descaro, dijo que “Venezuela no vivía exactamente una dictadura”. Obvio, para la izquierda las dictaduras solo existen si son de derecha; el horror socialista nunca cuenta.
El último jueves, cuatro infames representantes del rojerío congresal peruano, invitados por la narco-dictadura venezolana como “veedores” del fraude electoral, chillaron como ropavejeros para que el Perú no se pronunciara contra la trampa de Maduro: Guillermo Bermejo, Kelly Portalatino, María Agüero y Elizabeth Taipe. Según ellos, la crisis económica y social venezolana es por las ‘sanciones’ de Estados Unidos. ¿En qué realidad paralela viven? La verdad es que el comunismo no funciona. Punto.
Venezuela era una potencia antes de la llegada del castrista Chávez, quien poco antes de morir dejó como delfín a Nicolás Maduro, quien tomó el poder en enero de 2013. A fin de año, el Producto Interno Bruto per cápita se desplomó como nunca antes en la historia moderna. La erosión económica fue tal que un país riquísimo en recursos cayó al nivel de Cuba, Bolivia o Nicaragua.
Caracas, la capital, es hoy el peor lugar de América Latina para hacer negocios o vivir, con una inseguridad que supera al resto de las capitales de la región.
Pero los “veedores” peruanos culpan de todo a las sanciones de Estados Unidos. Mentira: el colapso comenzó en 2013, y las sanciones se impusieron en 2017. Entre 2014 y 2017, la pobreza extrema se duplicó.
La destrucción de PDVSA, una de las empresas más grandes y poderosas de la historia de América Latina, fue el golpe de gracia. Chávez despidió a los técnicos y los reemplazó con ineptos del partido, arruinando la capacidad de extracción y exportación. Con Maduro empeoró, llevando a la empresa al colapso absoluto. El país terminó importando crudo.
Las expropiaciones y nacionalizaciones de miles de empresas aceleraron la caída. Esto llevó a una caída del 75 % en la producción de alimentos, generando hambre y desnutrición. El venezolano promedio pesa once kilos menos de lo que debería, y más del 90 % es pobre.
Este es el testimonio del fracaso del socialismo, una lección que millones de venezolanos han aprendido a un costo doloroso. El mundo debe apoyar la lucha del pueblo venezolano por la libertad, esa que María Corina Machado impulsa con una elegancia y valentía que pulveriza al vulgar Maduro.
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