El ser humano de hielo
Para conocer a las personas hay que saber sus perfiles psicológicos, que son características peculiares de cada individuo, como su forma de pensar, percibir su realidad, sus relaciones consigo mismo y los demás, que le agrada hacer y no hacer, sus logros y desaciertos, sus afectos, hobbies y demás cualidades que los hacen diferente a otras personas.
La genética y la herencia son determinantes en la predisposición del comportamiento sin dejar de lado los aspectos psicosociales, la familia, amistades, educación, aprendizaje. Como se explica que personas que se han desarrollado en un ambiente de drogas, alcohol, delincuencia, se orienten por buen camino, inclusive han salido por su voluntad de estas influencias porque encontraron la luz en el camino que toda persona posee solamente hay que buscarla. Sin embargo otras personas que han sido gratificadas en su desarrollo en todo aspecto han sucumbido en las drogas, alcohol, delincuencia por su falta de voluntad y dependencia con los padres.
El afecto nace con la naturaleza del ser humano y se va moldeando a través del aprendizaje y modo de relacionarse con los demás, familia, barrio, escuela, universidad, trabajo. La persona es consciente desde que tiene uso de razón, se da cuenta lo que es bueno y malo, empero algunas veces las circunstancias hacen proceder al sujeto de distinta manera. Este aspecto nada tiene que ver con la inimputabilidad e imputabilidad, nos ubicamos en el aspecto cognoscitivo de darnos cuenta que es lo correcto e incorrecto.
A través de la historia de la humanidad nos encontramos con personas disóciales, sin afecto, frías, calculadoras, egocéntricas, que solamente buscan satisfacer sus necesidades sin pensar en los demás, este comportamiento lo observamos en todos los estatus sociales. Existen también los disóciales integrados que aparentan ser modelos a imitar con caras de santos pero con alma de diablos.
El ser humano de hielo conocido como trastorno disocial de personalidad, caracterizado por desprecio a las obligaciones sociales y cruel despreocupación por los sentimientos de los demás. El comportamiento de estos individuos no es fácilmente moldeables por experiencias adversas, incluido el castigo, baja tolerancia a la frustración y un bajo umbral para descargas de agresividad, incluido el comportamiento violento con tendencia a culpar a otros de los hechos cometidos, la mentira es una verdad para ellos, incapacidad para mantener relaciones personales permanentes, aunque no para establecerlas, sin sentimientos de responsabilidad por los hechos cometidos.
Dentro de la casuística, tenemos el caso de padrastro, que le dio afecto, cariño, protección al hijo de su esposa, lo apoyó como hijo biológico y cuando llegó a la mayoría de edad, simuló un robo en la fábrica del padrastro por sentir odio y resentimiento al no haber tenido un padre biológico con sus características, no valorando el amor y cariño del padrastro.
Un caso más, unos hijos envenenan a los padres para quedarse con la herencia, cuando se les preguntó por qué lo hicieron, respondieron, sus padres ya habían disfrutado mucho ahora les tocaba a ellos, sin sentimientos de valorar a los padres que les dieron la vida.
“Cuídense de las personalidades disóciales porque nunca encontraran amor, respeto, ni protección”.