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El Senado y su rol en el crecimiento económico transparente

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Fecha Publicación: 02/11/2024 - 21:00
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El Senado tiene sus raíces en la antigua Roma, donde senatus significaba “viejo”, aludiendo a una “asamblea de ancianos” que resaltaba la sabiduría de sus miembros. Estaba integrado por funcionarios veteranos y equilibraba el poder de los emperadores, sirviendo de puente entre las autoridades y la ciudadanía. Entre 1989 y 1990, el Senado peruano formó una comisión investigadora del Dólar MUC, que, como senador por el APRA, tuve el honor de presidir. Nuestro dictamen, aprobado por el pleno, acusó ante el Poder Judicial a cinco ministros del gobierno de Alan García, aún en gestión y con mayoría en ambas cámaras.
En la historia política del Perú, la desaparición del Senado en 1993 debilitó la institucionalidad democrática, ya que la Cámara Alta no solo servía como contrapeso, sino que lideraba procesos clave para la modernización del Estado. En 2026 se reinstaurará la Cámara Alta, abriendo oportunidades para revitalizar el marco legislativo con miras a la eficiencia y la innovación en la era digital.
Entre 1986 y 1987, bajo la presidencia de Ramiro Prialé y con apoyo de Naciones Unidas, se impulsó una comisión de modernización del Senado, la cual tuve el honor de presidir como vicepresidente. Una de las reformas destacadas fue la creación de una red interna o intranet que conectó las primeras computadoras Apple de la institución y agilizó los procesos internos, acelerando la distribución del Diario de los Debates, que pasó de publicarse cada 10 años a entregarse en 48 horas. También se actualizó el Reglamento del Senado, publicado en 1988. Se adquirió un computador central IBM para centralizar la información del Ministerio de Economía, el Banco Central de Reserva (BCR) y el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), permitiendo que el Senado y el Congreso legislaran con datos consistentes.
Con la reinstauración del Senado, el Perú puede retomar esta tradición de modernización, adaptada a los retos del siglo XXI. La inteligencia artificial (IA) ha emergido como una herramienta esencial para manejar grandes volúmenes de datos, capaz de analizar información a velocidades que exceden las capacidades humanas. Actualmente, los modelos de IA cuentan con bases de datos de más de 300 mil millones de palabras, permitiendo conclusiones rápidas y fundamentadas para diseñar políticas públicas. Un ejemplo del potencial de la IA en la gestión pública es su capacidad para optimizar procesos de licitación estatal. Las plataformas de IA podrían evaluar especificaciones técnicas y precios de forma objetiva, garantizando transparencia y eficiencia en las licitaciones públicas.
El Senado debería ejercer su rol fiscalizador con rigor técnico y transparencia, basado en información confiable y asesores calificados, especialmente en las comisiones dictaminadoras. Así, se garantizaría que las decisiones del pleno se realicen mediante un debate con información de alta calidad. El fracaso del sistema unicameral ha derivado en leyes de baja calidad, con el 95 % dispensadas en una segunda votación. Con un Senado, esta votación recaería en otra cámara, aportando nuevas perspectivas en la revisión y haciendo buen uso de las Comisiones Bicamerales y Especiales, evitando el clásico ‘ping-pong’ entre cámaras.
Además, el nuevo Senado aportaría al equilibrio de poderes, ya que el presidente tendría la facultad de disolver la Cámara de Diputados, mientras que el Senado tendría la potestad de destituir al presidente de la República. Este balance asegura una dinámica de control mutuo que refuerza la estabilidad institucional del país. La IA también puede contribuir a revisar las leyes planteadas, buscando contradicciones normativas, y asegurar que los fallos judiciales cumplan criterios básicos para una correcta aplicación de la justicia.
El nuevo Senado debe aprovechar la era digital para convertirse en un órgano de gestión de conocimiento y de fiscalización que no solo legisle, sino que también impulse la investigación y el desarrollo tecnológico en el país. Para ello, sería clave integrar IA en sus procesos, desde el análisis de datos hasta la elaboración de propuestas normativas basadas en evidencia científica. Además, el Senado tiene la oportunidad de fomentar políticas que impulsen la educación digital y la formación en IA. Estas políticas beneficiarían a la administración pública y contribuirían al desarrollo de un ecosistema tecnológico que permita al Perú competir globalmente.
La reinstauración del Senado en el Perú no es solo una cuestión de estructura política, sino una oportunidad histórica para llevar al país hacia un futuro más eficiente y transparente. El Senado puede liderar un proceso de modernización que optimice la gestión pública y contribuya al desarrollo normativo, social, judicial y económico del país.

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