El rol de las universidades de ayer y hoy
La historia de la humanidad lleva consigo una historia interna referida a la trayectoria de las universidades en el proceso evolutivo que experimentó el género humano. Está claro que las universidades desde su creación, hasta nuestros días, se constituyeron en grandes contribuyentes no sólo para la materialización de importantes descubrimientos, sino también para el marcado avance tecnológico, así como para el desarrollo humano, estando por demás justificada su existencia.
El origen de la palabra universidad proviene de su matriz en la cultura clásica romana, concretamente hace su aparición en la lengua latina UNIVERSITAS que significa “el conjunto de todas las cosas”. Bajo esa idea, para Cicerón significaba el mundo, el universo, desde el punto de vista de lo que implica el concepto de totalidad, aquello que está reunido en un todo.
El nombre oficial de la organización de esta enseñanza superior fue primero “studium generale”. También se afirma que este nombre compitió con el de “universitas” hasta fines de la Edad Media.
El antecedente de la universidad como institución científica se ubica en Europa a partir del siglo XII, para rescatar la valiosa riqueza cultural y científica de la filosofía y los grandes descubrimientos de la ciencia desde la antigua Grecia, la Cultura Romana, que desde antes de Cristo pudieron aportar al mundo de hoy, contribución que hasta la actualidad se constituye en la base para los estudios y la investigación. La universidad resulta siendo una de las instituciones más importantes de la civilización occidental, bajo esa idea se puede enfatizar que esta institución no nació a partir de una idea preconcebida, sino más bien de una progresiva y paulatina convergencia de acontecimientos históricos suscitados o protagonizados por el género humano, conjugando dos intereses no contrapuestos, sino más bien complementarios, el interés de los que querían aprender y el de los que querían transmitir sus conocimientos a través de la enseñanza.
Era natural y lógico que, en el momento que empiezan a desarrollarse un conjunto de ideas e ideales en los claustros universitarios, las mismas vayan generando una confrontación esperada con los intereses monárquicos, así como con las mentalidades conservadoras, situación que ocasionó persecuciones, circunstancia ante la cual la universidad se vio obligada a defenderse, reclamando de los gobiernos reconocimiento y respeto a su libertad de expresión y pensamiento, antecedente que es importante tomar en cuenta.
El género humano le debe a las universidades la evolución experimentada, las grandes transformaciones realizadas, el avance permanente de la tecnología y la modernidad, así como el ostensible mejoramiento de las condiciones de vida en cada colectivo humano, sin que ello signifique que muchos problemas pendientes estén solucionados.
A pesar de la subsistencia de asimetrías sociales y desigualdades, no se puede ignorar el aporte invalorable de las universidades al desarrollo de los Estados y los procesos de evolución experimentados.
Ese proceso evolutivo dio lugar al surgimiento de importantes figuras institucionalizadas como la libertad de cátedra y enseñanza, la libertad de expresión y pensamiento, la propia autonomía consolidada en el siglo XX, gracias al movimiento reformista de Córdoba, la utilización de los resultados de las investigaciones científicas en beneficio de la población, la democratización de la enseñanza, ese salto cualitativo del carácter elitista y excluyente que tenían el conjunto de universidades durante el periodo colonial y buena parte de la etapa republicana, hacia la generación de mecanismos de inclusión social que permitan a importantes sectores de la sociedad que otrora no tenían ninguna posibilidad de ingresar a las aulas universitarias, hoy puedan hacerlo, al haber quedado rezagados en el tiempo determinados mecanismos de discriminación, como el hecho de que, hasta mediados del siglo XX, las mujeres estaban impedidas de abrazar una carrera universitaria por la subsistencia de sistemas que limitaban su ingreso y coartaban sus derechos fundamentales.
En el siglo XXI los desafíos persisten porque las legítimas aspiraciones de los colectivos humanos, de acceder a mejores condiciones de vida, extinción de asimetrías sociales, siguen siendo válidas. En ese contexto las universidades públicas y privadas en el Perú deben estar persuadidas de la importancia de sujetar su accionar al fiel cumplimiento de esos retos.
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