El Regalo

Sabe que tiene ojos que saben ver y celebro que sabe que lo sé. Y esto, en la tarde del día siguiente al de un eclipse con luna roja que abrió las puertas a las llaves que llevan la voz cantante, es realmente un regalo. Lejos de pesados candados amarres enredados y jirones recortados.

Regalo en un pacto de hora en que el acercarme a su cortesía, orden, su palabra sobre mundos de dioses iniciales donadores de designios y realidades que siembran preguntas de tantas respuestas, fue prueba del privilegio del ejercicio del privilegio. Ver oír conocer cómo ha trabajado “el movimiento del ciclo reencarnatorio continuo” en su más reciente escultura, Reencarnación.

Pieza lograda en varios meses de domar la lámina de acero que terminado el proceso de darle forma y volumen recibió como piel esas gamas sutiles y nubosas de los azules y grises que después de los finales acompañan los retornos para reencontrarlo y seguir en el camino. Regreso al inicio del antiguo primer camino que no termina, que se repite y cambia, que agrega restando porque restando suma.

Reencarnación es el regalo con que Ango Shimura, escultor egresado en Artes Plásticas de la Católica, personaje en Crónicas del 15 de julio de 2019, es el primero en responder al llamado de ASPECAN Asociación Peruana del Cannabis -Tecnologías digitales y actividades deportivas, que para el 3 de junio ha programado en el Centro Español, avenida Salaverry, su primera exposición y subasta de obra donada por los artistas que colaboran con la recolección de fondos para el fondo de las actividades de Aspecan.

Carlos Vargas Timoteo, chiclayano, militante desde el 2010, es un motor en la agrupación con registro de inscripción en todos los terrenos necesarios para poder realizar el proyecto social del Cultivo Asociativo Artesanal que valora al cáñamo como generador de fuentes de trabajo y salud, de materia prima para productos textiles, papeles y con especial interés en placas de construcción para zonas de alto friaje.

Ango, además de volcarse en sus esculturas, pone su tiempo, fineza y paciencia japonesa en nuevos edenes como ese tablescape, que en la mesa de su terraza de trabajo es jardín mágico para recorridos libremente guiados por formas texturas colores buscados encontrados en hojas, flores, pequeños objetos, con que sugiere escenarios para las escenas que te puedas crear con la mirada el recuerdo la fantasía. Un reino de tránsitos y permanencias, de deleites saboreados mientras la tarde va corriendo su telón de frío y neblina.

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