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¿El reemplazo de Antauro?

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Fecha Publicación: 25/11/2024 - 10:41
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Como es sabido Antauro Humala —el fascista de izquierda— perdió la catapulta que lo lanzaría a la competencia presidencial. El partido que lo auspiciaba fue cancelado por un fallo histórico de la Corte Suprema por su evidente naturaleza antidemocrática. Una peligrosa condición que al JNE de Salas Arenas no le importó en lo más mínimo, permitiendo su inscripción legal. Hoy —sospechosamente "indignado"— el titular de la Defensoría del Pueblo ha dicho que no debería excluirse a la organización proantaurista. Una total ingenuidad o complicidad con los enemigos de la frágil democracia liberal que apuestan por la ventana táctica electoral para hacerse de espacios de poder progresivos. De ello hay múltiples ejemplos en Perú y en la región. No sorprende en realidad esa posición viniendo del "defensor del pueblo" Josué Gutiérrez, un antiguo operador político de los cogobernantes Nadine Heredia y Ollanta Humala y exabogado de Vladimir Cerrón.

No obstante, Antauro Humala aún tiene oxígeno político y podría ser invitado por otro grupo a candidatear o liderar una lista a senadores o diputados. Veremos si ocurre. La interrogante de ahora es, en todo caso, qué otras alternativas tiene la izquierda en su ruta extrema.

Una opción es el expremier de Castillo, Guido Bellido (para Aldo Mariátegui y sus fuentes éste sería la carta del G2 cubano y "El Gallo" Zamora operando desde la embajada en Perú) con "potencial" en las incitadas regiones centrales y del sur. Otro es Anibal Torres, con la mira puesta en reacopiar el apoyo que tuvo Castillo —sobre todo en la periferia capitalina—, pero las consecuencias penales de su participación en el autogolpe del 7D de 2022 puede terminar liquidándolo políticamente.

Aquí aparece Guillermo Bermejo, una alternativa que podría incluso sustituir u ocupar el espacio de un antaurismo bloqueado finalmente en su totalidad. El actual congresista —inmerso en investigaciones judicializadas por corrupción y terrorismo— inscribió en octubre su partido "Voces del Pueblo" que dice enfocarse en la "transformación social" y la "lucha contra el narcotráfico". La pregunta brota: ¿cómo un declarado extremista que considera a los procedimientos democráticos como "pelotudeces" puede tener una inscripción electoral vigente y posar como un "demócrata" competitivo? Estamos viendo, otra vez, a los actores antisistémicos penetrando precisamente el sistema para destruirlo vía sondeos lentos. El manual de este proceder que desemboca en proyectos autoritarios y dictatoriales es copioso. Lamentablemente los sistemas políticos abiertos e inadvertidos no aprenden la lección ni a defenderse a tiempo de las amenazas.

Bermejo llegó al Parlamento —donde se mueve como pez en el agua— en 2021 vía "Perú Libre" con tan solo 8,241 votos en Lima Metropolitana. Ha sido acusado y es investigado por tener nexos con el narcosenderismo del VRAEM junto a Bellido y Cerrón. En su momento propuso expulsar a la DEA del Perú (como lo ejecutaron planificadamente Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales) y se focalizó en impulsar una "ley de la coca" de inspiración boliviana que explica en mucho el irreversible proceso de narcoestatización en el que ha terminado Bolivia. Bermejo además tiene probados y antiguos vínculos con el chavismo de exportación y la red de amenazas de la extrema izquierda en Latinoamérica. Es pues de fondo un activista político e ideológico con elevado nivel de riesgo incluso para la seguridad nacional.

Vale aquí una observación no menor. Bermejo no es un simple "radical" como lo presenta la prensa. Es un extremista violento contenido tan solo por las circunstancias y el cálculo eleccionario. La radicalización que en estricto se despliega dentro del consenso democrático con posturas duras aunque no necesariamente violentas, no es su proceder. Bermejo representa y activa en realidad una variante del extremismo ubicado fuera de los márgenes del consenso democrático. Es muy notorio por ello cómo en los últimos años ha sido tan hábil para infiltrarse en el sistema para subvertirlo. Le fue útil el discurso aparentemente "moderado". Que no haya duda que su entorno mantiene los afanes subterráneos por seguir incubando conflictos violentos y polarizantes como forma de hacer política. Esos esfuerzos organizados pueden incluso aceptar que la opción presidencial es difícil de lograr (como Castillo lo hizo), pero les bastaría ocupar la mayor cantidad de asientos parlamentarios posibles. Así, la bicameralidad les da la chance de mantener y ampliar espacios desde donde impulsar objetivos ideológicos antiliberales en todos los terrenos: políticos, sociales y económicos. Esa labor se duplica en alcanzables gobiernos regionales y municipales. Mientras en el frente externo, la apuesta que tienen es obviamente en pro de las tiranias regionales (Cuba, Venezuela, Nicaragua) aupados indirectamente por las estrategias geopolíticas chinas, rusas e iraníes desarrollándose en esta parte del continente.

Por lo pronto han salido quienes señalan, subestimando riesgos, que "no hay que preocuparse", que estas fuerzas "no tiene cómo avanzar". En 2021 se escuchó lo mismo y Perú llegó a tener al senderismo reciclado del Movadef con un pie en Palacio de Gobierno.

Debe recordarse que luego del autogolpe frustrado de Castillo de hace dos años un 33% de encuestados respaldó el acto antidemocrático (Ipsos, diciembre 2022). Es decir, uno de cada tres peruanos. Nada más ese porcentaje junto a un discurso relanzado podría darle a Bermejo y asociados cierta tracción que no debe desestimarse. Tiene pues de donde cosechar. Más cuando al frente se tiene a los sectores de centro y derecha prosistémicos resistentes a formar coalición electoral con el riesgo de instalar una imprudente, caprichosa e irreversible fragmentación.

¿El reemplazo de Antauro?
 

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