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El racionalismo filosófico y el sistema electoral peruano

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Fecha Publicación: 30/04/2025 - 21:50
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Baruch Spinoza, filósofo neerlandés del siglo XVII, junto a Descartes y Leibniz, es uno de los grandes exponentes del racionalismo. A los 24 años fue expulsado de la comunidad judía por su postura panteísta: identificaba a Dios con la naturaleza y rechazaba una visión antropomorfa de lo divino. Para Spinoza, todo tiene una explicación racional, regida por leyes naturales. No hay milagros ni intervención divina: la vida empieza y termina aquí.
Bajo esta lógica, Spinoza plantea que todo debe hacerse racionalmente, sin esperar guía divina, ni confiar en principios éticos o morales que muchas veces no se respetan. Aplicado al contexto peruano, esta reflexión cobra sentido, pues ninguna organización política —inscrita o en proceso de inscripción— ha respetado la ley electoral con rigor.
En 2018, durante el gobierno de Vizcarra y el impulso de reformas constitucionales, la ONPE presentó un sistema biométrico como parte de un kit electoral. Esta tecnología permitiría facilitar procesos de adhesión ciudadana, referéndums, afiliación partidaria, entre otros. Sin embargo, en mayo de 2025, ni la ONPE, ni el JNE ni la RENIEC cuentan con la capacidad técnica ni legal para validar si una firma de afiliación es verdadera o falsa, dejando esa responsabilidad a la fiscalía o al Poder Judicial.
Actualmente, el proceso de afiliación partidaria es artesanal, costoso, lento y corrupto. Según la experiencia, de cada 10 firmas recolectadas, solo tres se validan como afiliaciones legítimas. Un sistema biométrico en línea permitiría una afiliación segura, automática y de bajo costo, como ya ocurre en otros servicios estatales o financieros. Bastaría con un usuario y una clave, eliminando así la necesidad de verificadores y peritos dactilográficos. El único requisito para afiliarse sería el deseo del ciudadano de hacerlo.
En 2018, la ONPE, mediante carta oficial, respondió que su sistema biométrico estaba aún en versión prototipo y no previsto para implementación inmediata. Desde entonces han pasado más de siete años sin avances sustanciales, a pesar de promesas repetidas.
¿Por qué seguimos con una ley electoral obsoleta que exige comités provinciales y firmas manuales? ¿Por qué los entes electorales no se modernizan? La falta de implementación tecnológica no se debe a la imposibilidad técnica, sino a la resistencia de quienes prefieren mantener procesos vulnerables a la corrupción. En lugar de adoptar herramientas modernas que aseguren transparencia, los responsables de ONPE, RENIEC y JNE siguen actuando como si la ética o la moral fueran garantías suficientes.
Como diría Spinoza, no podemos confiar en la providencia ni en valores ideales. Debemos actuar desde la razón y la eficiencia. Si de verdad queremos un sistema electoral moderno y confiable, es hora de dejar atrás el dogma y apostar por la tecnología.

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