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“El que no tiene de inga tiene de mandinga”

Fecha Publicación: 21/02/2019 - 21:40
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Las indignantes escenas de racismo y violencia por parte de Zuleika Alatrista Andía, a la sazón ingeniera, contra la vigía de las obras en la Variante de Uchumayo de Arequipa, Elena Viza Choquecondo, nos hizo sentir vergüenza, dolor, impotencia, por los altos niveles de discriminación alcanzados como sociedad, de los que ya habíamos sido advertidos en la “I Encuesta Nacional de Percepciones sobre Diversidad Cultural y Discriminación Étnico Racial” del 2017 realizada por Ipsos por encargo del Ministerio de Cultura del Perú, donde tenemos que un 53 % de peruanos es calificado como “racista”, que el principal motivo de discriminación es el color de la piel, que hospitales y comisarías son sorprendentemente los lugares donde más se discrimina, ya sea negando la atención, arremetiendo con bromas e insultos, por motivos del nivel de ingresos, forma de hablar y vestimenta de las personas; todo lo que nos lleva a pensar que más de la mitad de los peruanos llevamos en la sangre el ADN de la “DISCRIMINACIÓN”, aquel trato diferente y perjudicial hacia determinado grupo de personas, que resulta paradójico en una nación de “todas las sangres”, a más de inconstitucional por atentar contra el Principio de Igualdad.

Resulta que teniendo por primera vez estadísticas de los altos niveles de discriminación racial en el Perú, poco o nada hemos avanzado en políticas públicas que la prevengan o eliminen, salvo un proyecto de ley promovido por el Gobierno de Martín Vizcarra en enero pasado, que sanciona el racismo, sobre todo en espacios como las universidades y establecimientos comerciales, pero que está a la espera de su análisis y aprobación por parte del Congreso, el cual se encuentra de receso. Por lo demás, no se oyen ni se ven acciones concretas para erradicar este condenable comportamiento social. Ha tenido esta obrera Elena Viza Choquecondo que sufrir agravios, ella y sus hijos, además de agresiones físicas, que, a decir por ella misma, “difícilmente olvidará”, por parte de una connacional que alardeaba de sentirse superior a ella con frases irreproducibles, para poner nuevamente en el tapete el espinoso tema de la discriminación, que de no desarraigarse, estaremos condenados a ser una nación desigual que se avergüenza de su diversidad cultural y etnica.

Por lo pronto, esperamos de los magistrados apliquen penas drásticas a la ingeniera Alatrista, a manera de sanción profiláctica a una conducta que ad portas del Bicentenario de nuestra Independencia ya debiera haberse erradicado. ¿O es que nos hemos olvidado que en nuestra sociedad “el que no tiene de inga tiene de mandinga”? Francamente.