El populismo distorsionador de la dinámica política
En su edición del pasado 1 de septiembre, el diario oficial “El Peruano” consigna en su carátula la declaración del Presidente de la República cuando destaca que “no se debe politizar la pobreza del pueblo”. Frase que confirma lo que viene sucediendo, respecto de algunos de los problemas que aquejan a nuestra población y que, en lugar de ser atendidos y solucionados con prontitud por parte de la autoridad gubernamental, continúan a la espera.
Pero, lo que se dice o reclama en voz alta, como la frase en mención, termina siendo el instrumento de la forma de actuar del propio jefe de Estado, quien con una continuidad inusitada pronuncia frases con un contenido evidentemente populista, sin tomar en cuenta que la población peruana reclama más pragmatismo en el accionar de la administración de la cosa pública, en lugar de seguir escuchando promesas y más promesas.
Aunque suene reiterativo, nuevamente, hay que recordarle al jefe del Ejecutivo y a sus cuestionados ministros de Estado que la campaña electoral terminó hace ya mucho tiempo. Hay que pasar de las ofertas de plazuela a las decisiones de gobierno que impliquen enfrentar y atender los reclamos de la población peruana.
El peor daño que se le puede hacer al sistema democrático es seguir usando el populismo como instrumento, no únicamente de campaña electoral sino de manejo de gobierno.
Pues, seguir responsabilizando de nuestros actuales problemas a todos los gobernantes que lo antecedieron e inclusive a los que conquistaron esta parte de América, es tan o más irresponsable que continuar con la monserga de seguir promoviendo una nueva Constitución, con el falaz argumento que ella, igualmente, es la causante de todos nuestros males.
Si bien es verdad, como ha quedado evidenciado con las primeras decisiones desde que asumió el poder el presidente Castillo, nunca hubo un propuesta seria de plan de gobierno, también es cierto que la percepción que el pueblo tiene es que, tampoco hay intención que, desde el manejo del poder, ahora como cabeza del Ejecutivo, se proceda en forma seria y responsable.
El Perú no se merece seguir siendo un laboratorio, donde su pueblo, como insumo de los experimentos que hagan los improvisados en el manejo de la administración pública, termine siendo el conejillo de indias, de propuestas populacheras sin contenido ni planificación.
A un poco más de un mes de haber asumido la jefatura de gobierno, continúa siendo una real preocupación del común de las personas la forma o manera como se vienen tomando las decisiones desde el Poder Ejecutivo y los efectos políticos que éstas generan.
No se requiere hacer un análisis complejo para darnos cuenta de que, como se comprobó en la presentación del gabinete ministerial en el Congreso el pasado 26 de agosto, continuamos sin rumbo definido ni preciso.
La mayor parte del tiempo de la exposición del presidente del Consejo de Ministros estuvo orientado a hacer un listado de promesas, sobre todas las cuales podemos estar de acuerdo pero, en ninguno de los temas planteados se pudo encontrar la respuesta a cómo se van a implementar o ejecutar. O, lo que es lo mismo, nos quedamos a la expectativa de que lo dicho por el jefe del gabinete, se limitó a ser únicamente un conjunto de buenas intenciones y nada más.
En estas circunstancias y frente a la incertidumbre que ahora acompaña nuestra realidad política, sólo nos queda esperar que el Parlamento cumpla su obligación, como órgano de control, y reoriente el accionar del Ejecutivo en procura de un futuro mejor para nuestro querido pueblo peruano.
Para más información, adquiere nuestra versión impresa o suscríbete a nuestra versión digital AQUÍ.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.