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El plan de Dios en tu historia

Fecha Publicación: 19/01/2019 - 20:50
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Queridos hermanos, estamos ante el II domingo del tiempo ordinario. Día de acción de gracias a Dios y en el que se nos invita también, a descansar en el Señor.

Comienza este domingo con la lectura de Isaías: “Por amor a Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha”. No hay que callar lo que Dios está haciendo en nuestras vidas, parte de la misión de la Iglesia es justamente, dar testimonio de los frutos de la Nueva Evangelización. Hombres y mujeres que ven trasformadas sus vidas cuando van al encuentro del amado, Jesucristo. Esa es la misión, una misión silenciosa pero que brilla como antorcha en medio de los hombres.

Continua la lectura: “Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios. No se dirá de ti jamás abandonada, ni de tu tierra se dirá jamás desolada, sino que a ti se te llamará mi complacencia”. ¿Qué nos quiere decir el Señor con estas palabras? Pues, que Dios ha hecho una elección sobre ti, y solo busca hacer de ti una persona cristiana.

Damos respuesta a esta lectura con el Salmo 95: “Contad las maravillas del Señor a todas las naciones. Cantad al Señor un cántico nuevo día tras día su victoria”. Es decir, dar testimonio de lo que Dios ha hecho con nosotros, incluso si has experimentado la muerte, todo es parte de tu historia de salvación. El Señor es rey, Él gobierna no solo a las naciones sino también tu vida.

La segunda lectura es de la carta de San Pablo a los Corintios: “Hay diversidad de dones, pero hay un mismo espíritu. Hay diversidad de ministerios por un mismo señor”. ¿Y quién es este señor? Este Señor es Jesucristo que tiene poder sobre nuestros pecados.
Continua el texto: “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común, porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas.
Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad”. La acción de la iglesia es amar, es donarnos a los demás y se expresa en la diversidad de servicios y ministerios como dice la Palabra.

Cantamos en el aleluya: “Dios nos llamó por medio del evangelio para ser testigos de él”.

En el evangelio de San Juan nos habla sobre las bodas Canaán, sobre la cual la madre de Jesús dijo: “No tienen vino. Y Jesús responde: Mujer, déjame que todavía no ha llegado mi hora”. Esta respuesta de Jesús consiste en dar la vida, de convertir su sangre en un vino nuevo. Bebiendo su vino y comiendo su cuerpo experimentamos la vida eterna. María responde: “Haced lo que él diga”. Importante esta respuesta que María manifiesta. La obediencia, es primordial para entrar en la voluntad del Señor, en el plan de salvación que tiene Dios para ti, y no en nuestros propios planes, que muchas veces nos llevan al fracaso y a la desilusión. Ánimo hermanos, Dios tiene un plan para ti, no hagas oídos sordos a esta Palabra.

“Llenad las tinajas de agua y las llenaron hasta arriba. Todo el mundo pone el vino bueno pero cuando ya están bebidos ponen el peor vino. Tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora”. Dios te está preparando el vino bueno, el mejor para el final de tu vida. Dios te dará siempre lo mejor, no los restos ni residuos. Eso lo podrás experimentar en la Iglesia, acércate a Jesucristo a través de su Palabra.

Ánimo y que este espíritu habite en medio de ustedes.

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