El Perú y la defensa nacional…
En el Perú hemos olvidado que fuimos el centro del poder imperial español en esta parte del continente y, a la vez, la colectividad que se mostró como la más reacia a la independencia promovida por las otras potencias que no podían tolerar un imperio tan vasto sometido a España. Sabemos por las lecciones de la historia que, al caer un centro hegemónico de poder, las colectividades periféricas caen sobre los restos de aquel como aves de rapiña para borrarlo por completo del ajedrez mundial, primero fragmentándolo en términos geográficos y también por una confrontación de intereses, para luego tomarlo a sangre y fuego, destruyendo su economía y posibilidades de desarrollo, amén de impedir el fortalecimiento de su institucionalidad, promoviendo eternos conflictos internos que terminan neutralizando su gobernabilidad y gobernanza.
El caudillismo fue el método ideal para mantener al Perú en eterna zozobra y desconfianza, con una confrontación política y social que nos convirtió en enemigos irreconciliables, preocupándonos más por la destrucción de los unos por los otros y viceversa, olvidándonos por completo de consolidarnos como nación y fomentando una real convicción de unidad nacional.
Nuestra historia nos muestra como único líder que pensó en la seguridad nacional, convirtiendo al Perú en una potencia militar de mucho respeto en su tiempo, al mariscal Ramón Castilla. Pero también la historia nos dice que después de Ramón Castilla no hubo otro presidente que se preocupara por mantener el poder militar disuasivo que aquel estableció, de modo que el Perú siempre ha descuidado por completo el tema de la seguridad nacional. Razón por la cual tenemos muchas guerras, demasiados héroes y grandes derrotas, porque, precisamente, ante cualquier conflicto enviábamos a nuestros soldados a luchar en precarias condiciones.
Hacemos esta reflexión porque recién estamos despertando de ese peligroso letargo. La Marina de Guerra hace bien en asociarse con la empresa con mayor y mejor tecnología en construcción de barcos de Corea del Sur. El Ejército trata de hacer lo suyo, al igual que la Fuerza Aérea, pero lo cierto es que necesitamos actualizar a nuestros soldados en el uso de la mejor tecnología bélica, renovando equipos obsoletos que, al igual que en tiempos de Castilla, fueron los más avanzados en su época de compra. Se cuestiona el monto, pero no se dice que ese mayor costo se generó por el descuido y desdén, aunque es menor que lo que la corrupción se lleva cada año: más de veinte mil millones de soles. Hacemos esta reflexión porque recién estamos despertando de ese peligroso letargo. La Marina de Guerra hace bien en asociarse con la empresa con mayor y mejor tecnología en construcción de barcos de Corea del Sur.
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