El Perú y América Latina ante la guerra en Medio Oriente

La guerra entre Israel y el grupo terrorista, Hamás, no debe ser ajena para los países de nuestra región y mucho menos para el Perú. Así como la guerra en Europa del Este, entre Rusia y Ucrania, nos puso en aprietos por el asunto de los granos y los fertilizantes, la del Medio Oriente, lo hará elevando por las nubes el precio del petróleo. ¿Qué deberá pasar para que este escenario que planteo se produzca? Para nadie es un secreto que el Medio Oriente es relevante por la abundancia del petróleo que cuenta, el recurso natural que sigue dominando la dinámica del poder mundial, de lo contrario, cómo se explicaría el interés de occidente, China, India, etc., sobre este recurso que abunda en este espacio geográfico del Asia Menor, cuyos Estados son por estos días, el foco de la atención mundial. Bastará que Irán, que no es país árabe, sino persa, pero sí, en cambio islámico (chiita), decidiera tomar control del estrecho de Ormuz en la península Arábiga, para poner en jaque el comercio mundial del petróleo que, sacándolo de los países árabes de esa región, deben cruzar inexorablemente este estrecho. En ese escenario, el encarecimiento será inmediato y como siempre, los países en desarrollo como el Perú y los demás de América Latina, sufrirán el grave impacto de la guerra por esta consecuencia. Nuestros países no están acostumbrados a la política nacional de contingencia, lo que agravará su situación. Una segunda guerra relevante en el planeta, hoy todavía localizada entre Israel y el Hamás, que controla la franja de Gaza, podría extenderse, siempre en el radio del Medio Oriente, a países como Siria, Líbano e Irán, principalmente, pues estas naciones mantienen una relación muy compleja con Israel.

Deberíamos ser previsores y prepararnos ante cualquier eventualidad de crisis, escasez u otra desgracia concomitante. El mundo se encuentra por esos días muy sensibilizado y las pasiones e intolerancias siguen ganando terreno. Finalmente, esta guerra nos recuerda la necesidad de reanudar las vinculaciones de América Latina con los países árabes, debiendo abrir espacios para reactivar una cumbre de nuestros países con las naciones árabes, quizás por ahora no específicamente, pero sí, reactivar los espacios y condiciones para recrear relaciones estrechas como en el pasado inmediato.

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