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El perdón que no llegó

Fecha Publicación: 24/10/2019 - 19:50
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Es un derecho fundamental de la persona, el no ser privado de su derecho a la defensa (artículo 139 inciso 14 de la Constitución del ‘93), sin embargo a la luz de algunos casos bien podríamos decir que “hay defensas y defensas”, por ejemplo aquellas que pretendiendo liberar de todo cargo de carácter penal a sus defendidas (os), los abogados patrocinadores apelan a una serie de argumentos y excusas que no solo hieren y exacerban la susceptibilidad de la opinión pública, sino también a las víctimas sobrevivientes y a sus familias, de las que nadie se acuerda durante las audiencias judiciales, pareciera más bien que son vistos como meras estadísticas, perdiendo de vista que lo que realmente esperan los agraviados, son palabras de perdón o de disculpas públicas, las que lastimosamente nunca llegan, no se sabe si por orgullo de los acusados o por una torpe estrategia de su defensa técnica que les prohíbe estos gestos de empatía y respeto por el dolor causado, porque creen correr riesgo de que esto sea visto, como una aceptación tácita de responsabilidad de los cargos penales.

Para muestra dos casos, Saettone y González Gagliuffi, ambos eventos de tránsito cuyo común denominador fue que sus causantes se resistieron a pedir disculpas y/o perdón, al considerarse no culpables, por tratarse a decir de ellos, de “accidentes” ajenos a su voluntad; siendo quizá la censura social que con el transcurrir de los meses, el primero de los casos citados, Eduardo Saettone, quien atropelló y causó la muerte de una mujer de 69 años en la Av. Benavides allá por agosto de 2012, logró se disculpara con los deudos aunque de forma muy impersonal (vía Facebook).

Finalmente éste ha sido condenado por la Corte Suprema a 4 años de prision por homicidio calificado. Y en el segundo caso, el de Melisa González Gagliuffi, sindicada como presunta autora de los delitos de homicidio culposo y lesiones culposas, por atropellar y matar con su camioneta en la Av. Javier Prado, a tres jóvenes transeúntes, dos de los cuales fallecieron y uno sobrevivió pero con graves heridas, ese perdón o disculpas públicas por parte de la acusada aún no llegan, ni siquiera se ofrecieron en la audiencia de prision preventiva.

La estrategia de la defensa técnica y su postura por momentos agresiva contra la Fiscalía, que fuera varías veces reconvenida por la señora jueza, sumada a la aptitud distante de la acusada, jugaron en contra de sus intereses. Y es que con defensas así, ¿quién necesita de acusadores? La culpabilidad se hace visiblemente manifiesta. Sirva todo esto para meditar el cultivar la bioética, el respeto por la vida y la dignidad de las personas. No solo porque esto será bien recibido, en este caso, por los magistrados, sino principalmente por consideración al dolor de los agraviados.