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El péndulo vuelve a la derecha

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Fecha Publicación: 03/10/2022 - 22:55
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El virtual triunfo de Rafael López Aliaga como nuevo alcalde de Lima Metropolitana es clave para entender la nueva realidad política del país: la izquierda caviar y marxista ha sido derrotada duramente, pero todavía subsiste con fuerza la vocación por apoyar a caudillos que representan el autoritarismo y la corrupción como en el caso de Daniel Urresti.

La capital representa más de un tercio del electorado peruano y su opción mayoritaria por la ola celeste puede interpretarse ideológicamente como una respuesta precisa contra el gobierno de Pedro Castillo, su mafia y sus propuestas ligadas al terrorismo senderista. Eso es importante en el contexto de un proceso de suspensión o eventual vacancia presidencial, para el cual es decisiva la hipótesis fiscal de que estamos gobernados por una organización criminal.

López Aliaga es símbolo de la resistencia al régimen corrupto y representa también la reivindicación opositora frente al robo o fraude denunciado (probado indiciariamente, pero no investigado a más en el Congreso) en las elecciones generales del 2021 a manos de las dos entidades menos fiables de la república: la ONPE y el JNE.
Por otra parte el virtual triunfo de Renovación Popular es producto de la unión implícita del bloque democrático, dentro del cual la renuncia de López Aliaga a una candidatura para la presidencia abre un espacio interesante para que desde ahora se trabaje en una candidatura de consenso. El mensaje es especialmente importante para Fuerza Popular, que esta vez ha demostrado racionalidad y desprendimiento.

En cuanto a la izquierda el voto popular ha destrozado a Perú Libre reduciéndolo a la nada (lugar que le corresponde) en Lima y en las regiones, lo que demuestra que no hay electorado marxista militante. Lo mismo ocurre con Acción Popular roja y el miserable Partido Morado. Y el tercer puesto de Forsyth (un personaje abominable e inflado por la caviarada) indica que Somos Perú ha sido castigado por su complicidad con Castillo.
El caso de Daniel Urresti es diferente. Se trata no de un militar respetable sino de un literal cachaco grotesco, populista y autoritario que ha pescado en la desesperanza de una Lima abandonada en seguridad ciudadana. Pero su pasado como presunto asesino y violador le impide el triunfo.

Con datos por precisar a la publicación de este comentario, celebremos: el péndulo ha vuelto a inclinarse a la derecha, la decencia y la democracia, y eso es alentador para los peruanos.

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