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El pasado nos alcanza y no sabemos qué hacer…

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Fecha Publicación: 25/10/2023 - 22:50
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Estamos nuevamente viviendo tiempos de zozobra por el accionar de la delincuencia, hoy más organizada que ayer, pero casi iguales en ferocidad.
Recordemos que en los ochentas y noventas del siglo pasado, en medio de la crisis social, moral y económica en que se hallaba sumergido el país, las bandas terroristas hacían de las suyas, la delincuencia común atacaba sin miramientos, no había seguridad en las calles para los transeúntes y los grupos organizados como los “destructores”, “injertos” y los malditos de todos lados, asaltaban establecimientos comerciales, bancos y toda entidad donde se concentraba dinero a punta de fusiles de guerra, ametralladoras y granadas, asesinando sin miramientos a los encargados de la seguridad de estas entidades, porque según su análisis de costo beneficio, no podían arriesgar una operación en la que habían invertido mucho dinero dejando vivos a quienes podían reconocerlos, porque, además, el Código Penal había reducido la penalidad subsumiendo en la pena más grave las demás relativas al robo agravado, asesinato, secuestro y extorsión, la que no superaba los diez años de privativa de libertad, manteniendo el Código de Ejecución Penal los beneficios penitenciarios de semilibertad y liberación condicional con el cumplimiento de un tercio o la mitad de la pena, lo que para ellos era un regalo, pues corrompiendo a diestra y siniestra podían cargar sus responsabilidades sobre las “mulas” que las asumían o convencer a ciertos jueces y fiscales para la concesión de beneficios, sin contar que dentro de los penales los “taitas” se distribuían el mercado interno de tabaco y drogas, restaurantes, asesoría jurídica, seguridad, proxenetismo, alcohol y otros que se mantenían con cupos para funcionarios y asesinatos por sicarios internos de cada penal de aquellos que no respetaban esa distribución y monopolio.

El narcotráfico campeaba y hasta se había infiltrado en la política desde “mosca loca”, “lanberg”, “cachique”, “vaticano”, entre los más notorios.
En determinado momento se llegó a la conclusión que las batallas en el campo resultaban costosas y muy poco efectivas, de modo que se aplicó el principio básico de trabajar para capturar a los “mandos” y “comandos”, es decir, a los líderes. El GEIN para los terroristas con sus cuadros para Sendero y el Mrta y desde el hoy Dinincri y la Dinandro los equipos especializados fueron desarticulando terrorismo y bandas delincuenciales para lo cual tuvo que modificarse el Código Penal incrementándose las penas.
El Poder Judicial también generó sus especialidades para terrorismo, bandas y drogas y el Poder Ejecutivo impulsó la construcción de más cárceles en la serranía, lejos de las áreas urbanas a donde se trasladaba a los “taitas” y cabecillas. El Poder Judicial estableció el juzgamiento en cárceles para evitar el desplazamiento de los delincuentes. Se construyó en tres meses las instalaciones de juzgamiento en Lurigancho y no se necesitan años para levantar penales. Se requiere firmeza y decisión. Parece que eso falta hoy.

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