El origen de la defensa irracional de Petroperú
El caso de Petroperú es tan caricaturesco que insistir en las cifras oficiales de sus pérdidas y de sus deudas ya es un cliché. Todos los columnistas que saben sumar y restar ya lo están haciendo, así como los medios con algo de decencia. Sobre todo, en un contexto en el que se prepara un nuevo rescate financiero que, según el exministro de Economía David Tuesta, será la madre de todos los salvatajes. Así que no me voy a gastar en repasar esas cifras.
Lo que voy a comentar aquí es el origen histórico de la existencia misma de Petroperú, el cual explica en buena medida la defensa irracional que recibe de los que aún siguen creyendo que es buena idea mantenerla. No olvidemos que el mismo gobierno militar del dictador Juan Velasco Alvarado tiene su origen en la expropiación a la fuerza de las instalaciones de la International Petroleum Company, específicamente, la operación en la refinería de Talara.
Este asalto a la propiedad privada fue un 9 de octubre de 1968. El contexto político del momento era bastante particular y llevó a las Fuerzas Armadas a tomar el poder de manera antidemocrática. Esta expropiación ayudó a brindarle legitimidad social al golpe de Estado de Velasco. De hecho, durante los años que duró esta dictadura, los 9 de octubre fueron celebrados como el Día de la Dignidad Nacional.
¿Se dan cuenta de lo primitivos que éramos en temas económicos, que una expropiación a la fuerza era celebrada como motivo de dignidad nacional? Uno de los fundamentos de una economía moderna, el respeto a la propiedad privada, fue pisoteado, y eso fue lo que le dio consolidación al gobierno de Velasco. Como para tener en claro cuál era la orientación política y económica de dicho periodo de la historia de nuestro país.
Para estos señores y para todos aquellos que aún añoran esas épocas, el derecho natural a la propiedad privada no vale nada. Y, si percibimos que hubo una injusticia en la adquisición de esa propiedad, se vale tomarla por la fuerza, con rifles en las manos.
Por esto tenemos un segmento de nuestra fauna política que defiende a Petroperú hasta las últimas consecuencias y son capaces de las teorías de conspiración más creativas con tal de insistir en que debemos rescatarla constantemente. Que no importan las pérdidas, porque ya merito será rentable. Que no son su culpa los derrames de petróleo, porque hay bandas malvadas misteriosas que viven de hacerle huecos a los ductos a los que la empresa pública, casualmente, no le da mantenimiento. Etc., etc.
Porque, para estos señores, se trata de una defensa ideológica de la dignidad nacional. Para ellos no importan las cifras o la evidencia. Así que ya no nos gastemos en generarla o en dar explicaciones.
Ya quedó claro que Petroperú no sirve y que hay que hacer un cambio drástico en ese frente. Pero, como ven, esa discusión económica ya fue. Pasemos a la política.
Por Hans Rothgiesser
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