El nuevo Congreso, una decepción a la vista
Hace poco más de un mes lo advertimos: “¡Cuidado! con ampliar el plazo para la reforma política!”, pero, lamentablemente, de nada sirvió, cuando se continúa legislando entre gallos y medianoche; como acaba de acontecer con los legisladores en función.
Es evidente que, para el nuevo Congreso (por lo menos para los 87 legisladores que votaron a favor), el problema de la pandemia del coronavirus, la salud, la seguridad y la educación en el Perú, son asuntos que pueden esperar para mañana o nunca; pues, lo más importante es la reforma política. ¡Que decepción!, ¿verdad?
Si así se estrena la nueva representación parlamentaria, cualquier cosa podemos esperar para los próximos meses.
Con insistencia se llamó la atención, en el sentido de que las normas electorales se pueden modificar sólo hasta un año antes de una nueva convocatoria a elecciones, y no en un plazo más corto, por una lógica y técnica explicación.
Pues, el debate o análisis parlamentario en un plazo menor a un año y cercano a una elección o a una nueva convocatoria, va a estar motivado por razones políticas; es decir, las organizaciones partidarias van a legislar en función de sus intereses y cálculos electorales.
O sea, el interés general será lo de menos.
Para que el común de las personas se puedan dar cuenta de lo irracional que significa haber modificado los plazos, a fin de permitir que las nuevas normas electorales puedan tener vigencia para las elecciones del 2021, basta destacar el hecho de que, si el presidente de la república debe de convocar a elecciones en el mes de julio del presente año, y las modificaciones de las normas electorales se podrán efectuar hasta el mes de setiembre, quiere decir que se van a producir modificaciones a las reglas en pleno desarrollo del proceso.
Para decirlo en palabras sencillas, cuando el “partido de fútbol” ya comenzó, en pleno desarrollo de éste, se modifican las reglas del juego.
Si esto no es irracional, ¿qué cosa es? Algunos dirán: estamos en el Perú y cualquier cosa puede suceder.
Pero ¡ya pues!, dejémonos de seguir meciendo a la población. Y, exijámosle al nuevo Congreso actuar con mayor ponderación, criterio y responsabilidad frente a sus electores.
La democracia sin corrupción no funciona mejor cambiando las normas, sino cambiando las personas que integran las instituciones que nos gobiernan. En consecuencia, corresponde al ciudadano que, con su voto informado y responsable, elija a la persona que con más idoneidad, capacidad y transparencia nos pueda representar.
Si desde el Ejecutivo se gobierna con “piloto automático”, tomando decisiones en función de lo que dicen las encuestas, el nuevo Congreso no tiene que actuar bajo los mismos parámetros.
“Hay hermanos muchísimo que hacer”, nos dice César Vallejo; entonces el Congreso lo primero que debió hacer es establecer las prioridades de los asuntos a tratar.
El pueblo peruano lo que quiere es más salud, mejor educación, mayor seguridad, mejorar sus ingresos económicos; todo lo demás, puede esperar.
No nos engañemos ni engañemos al pueblo.
Gastón Soto Vallenas