El notable ejemplo argentino
Recuerda el portal Real Politik que, desde hace una década, Argentina encabezaba la lista de países latinoamericanos —y posiblemente a nivel internacional— con mayor ratio inflacionario. Tanto que el año pasado (2023), su tasa de inflación mensual fue del 3.5%; mientras que ese guarismo, a octubre del presente año, descendió a 2.69% (el menor desde 2021). A partir de que el liberal Javier Milei asumió la presidencia de Argentina, esa tendencia ha venido progresivamente a la baja durante el pasado semestre. La inflación esperada para fin de año era del 120%, pero la proyectada para 2025 sería del 31.4%. Tanto así que, en octubre, la inflación mensual descendió a 2.69%, guarismo que no se veía desde hace años. Al igual que en meses anteriores, indica ese informe, en octubre el Índice General de Confianza (IGC) fue considerablemente mayor entre quienes consideran que la situación económica “mejorará, en un año a cuatro puntos de crecimiento anual”, habiendo quienes creen que se mantendrá igual (2.58 puntos) o empeorará (0.52 puntos).
Como resultado del último registro inflacionario (2.69% mensual), Argentina acaba de perder el récord mundial de los países con mayor índice inflacionario, “privilegio” que ostentaba desde hace años. ¡Hoy esta prebenda la exhibe Venezuela! Más aún, el presidente Milei viene afianzando sostenidamente su popularidad. Según un estudio de la Universidad Torcuato Di Tella, en octubre subió a 2.43%; un aumento del 12.2% respecto a septiembre pasado, dentro de una escala que mide indicadores de confianza en el gobierno que va de 0 a 5%. En buena medida, esto corresponde al control inflacionario. Pero existe otra razón sobre la confianza general. Al mes de octubre, esta incrementó para Milei, fundamentalmente entre los entrevistados que aseguran “no haber sido (ellos o sus familias) víctimas de delitos en el último año”, indicador que significa que la seguridad ciudadana reasegura el respaldo a los gobernantes.
Comparando lo que ocurre en Perú con lo que sucede en Argentina, concluimos que, a pesar de sus extravagancias y desplantes, Javier Milei es un presidente que viene ganándose la confianza de su pueblo. El mero hecho de haber empezado a reducir la inflación —vicio devastador que Argentina mantenía incólume, a costa de demoler la economía de los argentinos a extremos de un tsunami— implica que el pueblo del hermano país reconoce los esfuerzos de su presidente y confía en el plan de gobierno que, con marcada transparencia —como inteligencia— hace un año presentó Javier Milei durante la campaña electoral. No piensan así los argentinos detractores suyos —adictos al dinero devaluado que compensaban con dádivas y/o corruptelas inventadas por los cleptómanos Kirchner y compañía— que continúan burlándose de Milei, un profundo estudioso de la socioeconomía que, en menos de un año, ha controlado —incluso reducido— la implacable hiperinflación argentina.
Para indignación de la izquierda y consolidación de la derecha latinoamericana, hoy Argentina está recomponiéndose; no sólo para volver a ser aquel granero mundial, sino para explotar megayacimientos petroleros, como Vaca Muerta, y colosales canteras de litio y otras riquezas naturales que la reconvertirán en una potencia mundial.
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