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El negociado de las oenegés

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Fecha Publicación: 07/06/2024 - 22:40
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Las organizaciones no gubernamentales, oenegés, solo sirven para que los incapaces de abrirse un espacio en el competitivo mercado laboral, tengan asegurado un grueso sueldo –las más de las veces en dólares– y con formas de cobranza tan intrincadas que no tributan en el Perú ni en el país de origen. Ayer lo informó Luis García Miró, en su columna, en el Perú hay oenegés de “36 sectores que, sin responsabilidad fiscal alguna, se encuentran exentos de toda evaluación sectorial sobre una, posible, exposición a riesgos de Lavado de Activos y Financiamiento del Terrorismo”. ¿Qué tal?
Lejos de cumplir alguna misión de servicio, esas organizaciones son plataformas políticas para que los repudiados en las urnas, se conviertan en voceros oficiosos de los intereses de sus financistas. Pretendiendo, además, que se incluyan en la agenda nacional, como si el Perú tuviera los mismos problemas que Suecia, Noruega, Canadá o los que le provoca a ese anticristo llamado George Soros.
Las oenegés sirven para la infiltración ideológica, amén de transformar a sus encargados más visibles en importantes personajes, cuya finalidad es lograr con ese trampolín, un puesto en alguna inservible organización supranacional, de derechos humanos, la CIDH y otras de corte zurdo que les da estatus diplomático.
¿Qué oenegé que dice luchar por erradicar la violencia contra las mujeres ha logrado algo? Los índices de maltrato están al alza. Las que dicen defender a las niñas y niños de las violaciones, o de la trata de personas. ¿Qué han conseguido? Nada. Es el Estado con sus fuerzas del orden, el que muestra avances en esas áreas.
Son las personas de buen corazón con iniciativas privadas, como Magia de doña Lucha Graña de Belmont, las que dan el ejemplo. Magia creó un albergue para que los niños con cáncer, sean de provincia o de lugares alejados del hospital, sigan su tratamiento y tengan un techo donde dormir con el familiar a cargo. Allí reciben una nutrición adecuada y transporte para llegar a sus citas. Y con Lucha Graña trabajan voluntarias a las que no se les ocurre cobrar un céntimo. Magia hace colectas anuales, educando la solidaridad de todos. El Rastrillo es un mercadillo anual de antigüedades que entrega al padre Omar el 20% de lo recaudado para su obra social. Las grandes empresas con sus áreas de responsabilidad social hacen más que todas las oenegés juntas.
Valgan verdades si los problemas se resolvieran, las oenegés zurdopatas tendrían que cerrar el quiosco; decirle adiós a los viajes en primera clase; no más discursos repetitivos en instituciones extranjeras; chau cócteles en embajadas; cero entrevistas y fotografías en diarios y revistas. Volverían al mundo real, competitivo y eficiente ergo se quedarían en su casa refunfuñando, desde el más oscuro anonimato. Y algunos de sus integrantes estarían presos por vínculos con el terrorismo, robo y despilfarro de millones que tanto servirían para elevar la calidad de vida de los más vulnerables. ¡Investígenlas!

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