¡El mundo sin piloto!
El mundo, convertido en funambulista, atraviesa por un mar de problemas infestados de riesgos que van desde la extensa y agotadora guerra desatada por Rusia contra Ucrania —que tiene el respaldo de la OTAN (Estados Unidos y Europa)— hasta el, cada hora más complicado, conflicto entre Israel —apoyado por Estados Unidos— y el bloque compuesto por el mundo árabe e Irak. Día a día, son más crispantes las perspectivas de ambos problemas, que involucran a países con armas atómicas, como el propio EE. UU., Rusia e Irán. ¡Ello, sin perjuicio de otras colisiones! Como la creciente tensión entre China y Corea del Sur, así como contra Taiwán, principal productor de chips para sostener el avance de la industria tecnológica norteamericana.
El asunto se complica, no solo porque Estados Unidos también se encuentra en medio del proceso electoral para elegir presidente, sino que, además, este proceso ha pasado por una delicada etapa —en medio de la tensa coyuntura bélica internacional en que está involucrado EE. UU.— debido a la renuncia (todo apunta a que involuntaria) del entonces candidato del Partido Demócrata, Joseph Biden, tras la tormenta desatada por el debate que sostuvo con su por entonces contrincante, Donald Trump, donde Biden demostró ser víctima de problemas neurológicos que limitan sus capacidades mentales. El desenlace de esa coyuntura fue la renuncia de Biden como candidato presidencial. Es decir, el “Comandante en Jefe” —como llaman los norteamericanos a su presidente— no se encuentra en el uso pleno de sus facultades mentales. Sin embargo, este personaje es quien, hoy, supuestamente dirige no solo el gobierno de la nación más poderosa del planeta, sino que esta se encuentra envuelta en serios problemas bélicos, como hemos señalado. En consecuencia, ¿qué garantía tiene el mundo de que un error de percepción o cualquier otra deficiencia mental de Biden pudiera causar una guerra de proporciones, incluso nucleares?
Por cierto, los latinoamericanos acabamos de sufrir las consecuencias de la inestabilidad cerebral del presidente Biden en torno al caso venezolano. Ocurre que tres presidentes de la izquierda sudamericana —los comunistas Petro de Colombia y AMLO de México, más el socialista (comunista disfrazado) Lula de Brasil— decidieron proponerle al mundo que el tirano Maduro “repita” la elección fraudulenta en que este le robó el triunfo a González Urrutia. Preguntado por la prensa norteamericana si estaba de acuerdo, Joe Biden respondió “Sí, lo estoy”, refiriéndose a que apoyaría la mencionada iniciativa. Sin embargo, poco después, un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de EE. UU. “aclaró” que Joe Biden “aparentemente no entendió la pregunta. Está más que claro que Edmundo González Urrutia obtuvo la mayoría de votos. Hacemos un llamamiento a que se respete la voluntad del pueblo y se inicien los debates sobre una transición que vuelva a las normas democráticas”. ¿Y si Biden hubiese malentendido una pregunta sobre la tensa situación en Ucrania o Israel? ¡Posiblemente hoy estaríamos presenciando una conflagración atómica! ¿Cómo puede la primera potencia mundial estar en manos de alguien con tanto poder, como Biden, que no comprende lo que sucede a su alrededor?
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