El manifiesto comunista: 153 años de su publicación
El 21 de febrero de 1872, como hoy –gobernaba el Perú, Manuel Pardo y Lavalle, primer presidente civil de nuestra historia republicana–, fue publicado el “Manifiesto del Partido Comunista” o Manifiesto Comunista, a secas, de autoría de Carlos Marx y Federico Engels, que lo habían redactado casi un cuarto de siglo antes (1848). Los académicos leemos todo, y principalmente, sin prejuicios, pues aquel que se halle dominado por los sesgos, siempre estará limitado para defenderlo o criticarlo. Leí mucho acerca de Marx y en San Marcos hasta tuve un profesor marxista que conocía muy bien acerca de la teoría desarrollada por el pensador alemán. Aunque he dicho de mil formas que el comunismo no existe, quisiera referirme al marxismo, asumido como el camino hacia la entelequia comunista. Así, me acuerdo del libro de la chilena Marta Harnecker (1937) “Los conceptos elementales del materialismo histórico”, uno de los manuales sobre marxismo más leído en América Latina. Harnecker era muy didáctica y entendible, virtudes pocas veces encontradas en autores sobre esta teoría. En cuanto a la obra “El Capital” de Marx, solo fue interesante por su desarrollo acerca de la plusvalía –el economista David Ricardo fue el primero en mentarla–, referida a la ganancia del empresario a costa de la explotación del obrero. Siempre he creído que el comunismo, que es el mentado estadio ideal de la sociedad humana al que –repito– se llegaría por el marxismo y sus métodos, o sea, el materialismo histórico y dialéctico, estaba confinado a su extinción. Tampoco es que el comunismo fuera un pensamiento sin antecedentes. Marx debió leer y mucho en las bibliotecas de Londres, a G.W. Friedrich Hegel (1770-1831) y a los griegos, para comprender de ellos la dialéctica y la mayéutica, respectivamente. No es un secreto decir que el comunismo arremetió contra capitalismo en el siglo XIX, ante la Revolución Industrial, al verificarse que los trabajadores fueron reemplazados por máquinas en las fábricas. Así, cundió y mucho la idea de que el capitalismo y el imperialismo eran abusivos y enemigos de los pobres ganando, adictos la denominada lucha de clases, la obsesión de Marx, quien arremetió contra los ricos por serlo, incitando que fueran arrancados de sus riquezas, tal como hizo Fidel Castro, expropiándoles sus bienes en 1959, sin ningún tipo de justiprecio. El problema no era ser rico y nunca debe serlo, si no, como sucede hasta hoy, que no existe una auténtica y justa redistribución de la riqueza, la que jamás se consigue por la fuerza, y sí, en cambio, y en democracia, dándole a cada quien lo que por sus esfuerzos le corresponde y no dividiendo todo en partes iguales. El comunismo, no cree en la propiedad privada, y su mayor sesgo fue combatir la individualidad, la creatividad y que sería hoy la innovación, que son intrínsecas a la naturaleza del hombre. Finalmente, luchar por los pobres no es un atributo de los comunistas como han querido hacerlo creer, siendo más bien una virtud del cristianismo desde los tiempos de la Iglesia primitiva, lo que siempre defenderé como socialcristiano.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.