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El loco Juan Carabina

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Fecha Publicación: 01/06/2021 - 21:50
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Dice una bella tonada de los llanos venezolanos: “Cuando el gallo de la una/ se oye a lo lejos cantar/ al loco viendo la Luna/ le dan ganas de llorar.” Y añade: “La gente del alto llano/ más de una noche lunar/ con la Luna de la mano/ han visto al loco pasar“, para concluir con este lamento en la inmensidad de la llanura: “El loco Juan Carabina/ pasa las noches llorando/ si la Luna no ilumina/ las noches de San Fernando”. San Fernando de Apure, la ciudad de la esperanza, y el llanero Juan Carabina y su compañera la Luna.
Es mítica y antiquísima la relación del hombre con la Luna y a ella se han referido los filósofos, los historiadores y los poetas. Tanto Aristóteles como el naturalista romano Plinio el Viejo, creían que la locura y la epilepsia eran causadas por la Luna. Y por qué no, si hoy día, varios miles de años después, existen evidencias científicas de que el ciclo lunar aumenta la violencia entre los pacientes psiquiátricos de los hospitales. Igualmente, si hay evidencia de que el sueño varía a lo largo del ciclo lunar. Por ejemplo, un estudio de 2013 realizado bajo condiciones altamente controladas de un laboratorio descubrió que en promedio las personas tardaron cinco minutos más en quedarse dormidas y durmieron durante 20 minutos menos en Luna llena, en comparación con el resto del tiempo del mes, a pesar de que no estuvieron expuestos a la luz de la Luna. Por lo demás, según el diccionario de la lengua española, lunático es aquel que “padece locura, no continua, sino por intervalos”, como seguramente yo y tantos que se sienten por momentos y acaso sin justificación, pavorosamente incomprendidos.
Selena en la cultura romana y Artemisa en la griega. Iah para los egipcios e Ixchel para los mayas. Inanan para los sumerios y roja Luna roja para los árabes, la Luna está presente desde siempre en la humanidad. Un claro de Luna alumbró la sonata más famosa de Beethoveen, así como las oberturas de Debussy y Holst fueron iluminadas por ella, como no lo fueron, en contraste y en veces, las caminatas por el llano del loco Juan Carabina: “El loco Juan Carabina/ pasa las noches llorando/ si la luna no ilumina/ las noches de San Fernando.” García Lorca fue su trovador en todas las Andalucías y Atahualpa Yupanqui le cantó como nadie en las serranías de nuestra América. Borges, el gran Borges, le susurró a María Kodama: “Hay tanta soledad en ese oro/ La Luna de las noches no es la Luna/ que vio el primer Adán. Los largos siglos/ de la vigilia humana la han colmado/ de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo”.
Las estadísticas, que dicen que no mienten, señalan que en Luna llena ocurren más nacimientos; que en Luna nueva: los partos suelen ser más fáciles y rápidos; que en Luna creciente: las fases del trabajo de parto son normales y la madre puede controlarlo mejor y que en Luna menguante suelen producirse pocos partos y son, en general, difíciles.
El loco Juan Carabina se pierde por la llanura. ”En el cincho ya no hay queso/ No saca cuero ni le quiebra la cuajada/ Porque el tropel de unos besos/ le tumbó la empalizada.”
Unos besos que quisiera que fueran suyos. Bajo la luz de la luna.
Jorge.alania@gmail.com

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