El largo camino
Cuando Pedro Castillo envió una propuesta de reunión al nuevo presidente del Congreso, José Williams, no especificó ni lugar ni fecha. Lo hizo con premeditación. Castillo es limitado intelectualmente, qué duda cabe, y lo ha demostrado. Pero tiene un estilo político afín al senderismo, de donde nació. Además de asesores extranjeros, controla la DINI y la inteligencia policial. La mesa directiva reaccionó citando al mandatario al Parlamento, no quedaba otra.
Castillo utilizará el evento para mostrarse como dialogante en la plaza pública. Y le servirá de imagen para la próxima reunión de la ONU en EE.UU. Ese viaje no debió ser aprobado por el pleno parlamentario. Es abrirle espacios y darle aire. De paso la reunión sirvió al Ejecutivo para tasar cómo iba el tema de la vacancia, del adelanto de elecciones, que, según el premier Aníbal Torres, desestabiliza al país.
Dicen quienes ahí estuvieron que el gobernante y su séquito pretendieron que se firmara un documento de acuerdos. Cosa que atinadamente fue rechazada. La tal ‘reu’ no sirvió para nada. Mucho ruido, pocas nueces, como era previsible. Dialogar con el caco Castillo es un sinsentido. Al parecer no se abordó el vital asunto de la corrupción, sí la censura de algunos ministros por su grosera vinculación con esta.
El Congreso es una institución indispensable para vivir en democracia. Por eso fue demolido mediante campañas bien armadas por corruptos como el Lagarto Vizcarra (dio un golpe de Estado con la claqueta de muchos pseudodemócratas) y Castillo, quien en cada plaza pública donde monta su show lo denigra. Sin Congreso no hay vigilancia del Ejecutivo y en este momento su labor fundamental es la fiscalización de este delincuencial régimen y no tanto lo legislativo.
El Poder Legislativo tiene varias tareas pendientes. Elegir al Defensor del Pueblo. La actual, interina, no tiene representación y llega a extremos como el exigir que se investigue a la congresista Patricia Chirinos por haber opinado sobre dos candidatos de su simpatía en las próximas elecciones regionales y municipales.
La acusación constitucional contra Dina Boluarte, la reina de la trafa en los puestos estatales, es esperada por todos los peruanos y requiere votos. El sector democrático debe abocarse a conseguirlos. Censurar más ministros es una tenaza contra el gobierno ratero que padecemos. Una manera de frenarlo. A los ciudadanos de bien aún les queda la duda de si es posible bajar los 87 votos que requiere la vacancia a un número menor para que sea viable.
Le corresponde al Parlamento velar por la economía. Un gasto fiscal desbocado, leyes que frenan la competitividad agudizarán la crisis en la que nos encontramos. No se ha escuchado a congresista alguno llamar la atención sobre lo que ocurre en Las Bambas, donde la informalidad ha sentado sus reales, algo insólito y que tiene un propósito político.
Hay mucho para hacer. Pero, insistiremos siempre, se requiere unidad. La abrupta salida de la expresidenta del Parlamento, Lady Camones ha dejado recelos y desconfianza algo letal en política. No queda más que mirar hacia adelante con el convencimiento que sin votos y sin consenso será difícil avanzar.
La vacancia, la salida de Castillo toma tiempo. Ese es el único objetivo que nos compromete y nos convoca a la mayoría de peruanos. Desviarse de ello no suma, resta.
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