El juicio y condena a Jesús de Nazaret
El juicio a Jesús de Nazaret fue uno de los más injustos de la historia. Lo voy a explicar. Nunca contó con un debido proceso y en los interrogatorios –fue torturado y degradada su condición humana– en el seno del Sanedrín judío, y en el palacio del Gobernador romano de Judea, Poncio Pilatos, jamás contó con un abogado para su defensa. No era el caso que no lo pidiera ni que lo quisiera –no lo hubiera exigido–, si no que nunca se lo ofrecieron. En los tiempos de Jesús el derecho vivió la etapa de la confusión, es decir, los criterios jurídicos fueron confundidos con los morales –hoy están claramente separados–, y por eso fue condenado a morir en la cruz. Hoy es insostenible que un juez emita una sentencia en base a argumentos morales y no estoy diciendo que el derecho sea inmoral, si no que una conducta jurídica no puede ser valorada con criterio moral. Por ejemplo, un sacerdote que viola a una niña será condenado a cadena perpetua por el derecho, que es lo justo, y no por Dios que encierra lo moral.
Jesús fue un revolucionario porque trastocó el statu quo de su tiempo al predicar que los hombres son iguales por naturaleza, lo que más adelante fue llamado derecho natural. Cuestionó, entonces, la desigualdad legitimada por los sabios griegos y juridizada por los jurisconsultos romanos, pues condenó la esclavitud que había llevado al hombre a la vil condición de cosa, pero lo hizo sin odio, pregonando, el amor al prójimo. La esclavitud fue la base de la economía de muchos pueblos –por eso Espartaco fue aplastado por Roma y el Libertador José de San Martín no la abolió en 1821, a pesar de haberla prometido– y Jesús se mostró predicando el amor y la caridad, a un sistema que haría cualquier cosa por mantener las diferencias entre los hombres, por eso, además, fue el precursor más remoto de los derechos humanos. Al final, el Nazareno, fue visto como un conspirador y una amenaza, y por eso, le aplicaron la ya referida pena de muerte por la crucifixión. Los romanos sabían que era inocente pero no les importó como a Messala tampoco querer destruir a Judá Ben-Hur y a su familia. La verdad es que se lavaron las manos con tal de que su poder siguiera intacto –como muchos en la actualidad para conservar a cualquier precio el statu quo conforme sus intereses–, y con ello, apaciguaron al influyente pero herido Sanedrín atestado de fariseos. Conforme aprendimos en la catequesis los creyentes, Jesús murió en la cruz para salvarnos del pecado, pero Jesús, que fue Dios y hombre, en realidad fue un Dios de la vida, por sobre todas las cosas.
Excanciller del Perú e Internacionalista
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