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El inicio del fin

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Fecha Publicación: 28/09/2024 - 20:50
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Se subestimó la paciencia ciudadana y su desafecto por participar activamente en la vida política del país, ante el creciente rechazo por la clase política y el no sentirse representados por las autoridades de los poderes públicos.

Aunque haya negacionistas que no lo quieran reconocer, bastaría ver para ello las encuestas nacionales que dan cuenta de la altísima desaprobación a la gestión tanto del Ejecutivo como del Legislativo, que se reporta igual o superior al 90%, récord histórico.

El gremio que despertó, que hizo caer el bozal –en sentido figurado– que las personas se colocaron estos meses, dejando su zona de confort para pasar a la acción y hacer sentir su derecho a la protesta, paralizando nada menos que la capital del Perú, Lima, y la provincia constitucional del Callao, fue el de los transportistas.

A este se sumaron otros gremios haciendo suya su lucha, provenientes de muchos otros sectores económicos del país, principalmente el de comerciantes y bodegueros.

Sin embargo, el colectivo mayor, el más significativo, fue el del ciudadano de a pie, al que, conjuntamente con sus sufridas familias, le toca ver de cerca y, en su caso, vivir en carne propia la zozobra y el terror al que los tienen sometidos las bandas criminales, ya sea por cobro de cupo (extorsión) o por caer herido o ser muerto por alguna bala perdida.

En cualquier escenario, cada día se juegan la vida; ya no hay espacio seguro, ni siquiera en colegios ni comedores populares. No hay a dónde huir de la violencia, del hampa. No importa qué cargo se tenga: todos, a excepción de los ministros y congresistas que caminan bien protegidos por Seguridad del Estado, son vulnerables de ser asesinados.

Así sucedió con la regidora de Huanchaco, Gladys Baltodano, autoridad municipal muerta ayer sábado por arma de fuego al resistirse a ser asaltada por delincuentes en moto, en una calle principal de Trujillo. No en un suburbio, ni en una zona apartada de la ciudad, no: en Trujillo, capital de región, donde estar bajo el régimen de excepción de Estado de Emergencia no ha servido ni un ápice para menguar la desatada y cruenta criminalidad que se vive a cada momento.

También está el terrible crimen al caer la tarde del viernes 27, del ciudadano Daniel Fernando Castillo, al parecer a manos de sicarios que lo cosieron a balas en la cabeza al interior de su auto en la Av. Camino Real, plena zona comercial del distrito de San Isidro, Lima. Repito: no hay espacio seguro en el Perú.

Los peruanos exigen soluciones al Ejecutivo y al Congreso, ambos viviendo realidades paralelas donde nuestro país es, supuestamente, el más seguro luego de El Salvador. La verdad, una burla. Exigen de forma inmediata que se les respete su derecho inalienable a la vida, a la paz y al trabajo.

Si no hay resultados favorables, en unos días reanudarán las protestas a escala nacional, que ya se perfilan como el detonante para la caída del régimen de Boluarte. Si se les obliga a poner en una balanza el tener que pagar cupo por su vida, por existir, o mandar a su casa a las autoridades, sin dudas ni murmuraciones elegirán salvar sus vidas. ¿Se activó la cuenta regresiva?

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