El informe caviar de la CIDH debe ser rechazado y condenado

El informe que acaba de entregar al Perú la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), uno de los dos órganos del sistema interamericano de derechos humanos de la OEA -el otro es la Corte Interamericana de Derechos Humanos-, debe ser rechazado y condenado.

Ha trascendido en los medios de que al inicio de su contenido se refiere la "extrañeza y malestar" de los comisionados por los sucesos en el país durante las protestas luego de haberse producido la ruptura del régimen democrático el 7 de diciembre de 2022 por el expresidente Pedro Castillo -denominación técnicamente exacta conforme a la Carta Democrática Interamericana antes que golpe de Estado como ha sido mayoritariamente difundido-, y, en consecuencia, producida por sucesión presidencial constitucional la asunción al poder de Dina Boluarte.

Por el escandaloso adelantamiento de opinión que dio el comisionado Joel Hernández a The New York Times, en el sentido de afirmar de que nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional usaron la fuerza en forma excesiva contra los manifestantes, el Perú debe estar advertido que el referido informe busca impactar negativamente para que cunda la idea de que se produjo una flagrante violación de los derechos humanos.

Jugando en pared con los políticos caviares de otros países del continente que vienen "trabajando" la idea de que Boluarte es una usurpadora de la presidencia -acaba de hacerlo por enésima vez Gustavo Petro y en esta ocasión en el marco de la XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, en República Dominicana, y no entiendo por qué razón hasta ahora no se ha retirado definitivamente a nuestro embajador en Colombia-, en realidad se trataría de un plan muy bien montado para producir su defenestración más temprano que tarde.

Si la presidenta peruana no es contundente en el rechazo y en la condena a la hora de responder con las observaciones del informe de la CIDH -empeora el contexto para ella por las declaraciones de la canciller al NYT de que no hay evidencia de criminales, contradiciéndola-, su piso internacional endeble y deslegitimado rebotará inexorablemente en el que aún conserva en el frente interno.

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