El inequitativo camino de la justicia
Los ciudadanos que esperan plazos interminables, donde los señalados por los códigos no operan sino para los pobres litigantes, para impedirles interponer un recurso y archivar inexorablemente su juicio sin alcanzar Justicia, están sorprendidos frente a la maquinaria demoledora que se mueve cuando se trata de asuntos de connotación política, en que se montan espectáculos mediáticos para demoler a un político caído en desgracia, porque es opositor, no es funcional a los intereses situacionales de los poderes fácticos, o simplemente ya no lo necesitan y requieren otro peón con diferente perfil.
Entonces se hacen varias preguntas: ¿Quién tiene tanto poder para mover tan rápido el paquidermo judicial y a la prensa para que hagan escarnio de la persecución política por medios judiciales? ¿Por qué habiendo tantas razones para denunciar y procesar penalmente a algunas autoridades por graves delitos de Estado, de público conocimiento, se les termina montando una persecución por supuestos delitos comunes de corrupción? ¿Es que acaso es más escandaloso esto y cala más en la conciencia de la población que denunciarlos por entregar a la nación peruana al exterminio de grupos extranjeros?
Inocentes procesados penalmente por delitos inventados, víctimas de usurpación reclamando les devuelvan la posesión de sus predios, padres y madres esperando por sanción a los asesinos de sus hijos, hombres pobres presos porque no tienen trabajo y no pueden pagar la pensión de alimentos, empresarios honestos que son quebrados por los monopolios, otros despojados por el más poderoso que usa la administración de Justicia para demostrarle que el que puede, puede, en el Perú, miran ensombrecidos, con el rictus de la espera eterna de la Justicia que no llega, los titulares de los noticieros, donde aparecen diligentes operadores judiciales, actuando céleres diligencias para perseguir políticos con mandato de demolición, comprobando con profundo dolor cómo han trastocado el camino recto de la Justicia en retorcido e inequitativo.
No hay empresarios, presidentes, ni ministros de “lujo” en la cárcel, a pesar de sus clamorosos delitos en agravio de la nación, a la cárcel van los pobres, los sin poder, los que levantan ánimos discriminatorios por ser cholos y pobres, los que presos o muertos, a los que detentan el poder, no les importa su destino.
El odio, la discriminación racial y social, y los intereses creados, están decidiendo quien se mantiene en el poder y quien no, revelando que hay un poder oculto que gobierna en las sombras, y que está peligrosamente coludido con los poderes extranjeros que están dominando y despojando al Perú.
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