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El hombre desplazado

Fecha Publicación: 08/03/2019 - 22:10
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La máxima expresión de la estupidez del feminismo neomarxista de nuestro país fue celebrar el cambio de la letra de la ronda ‘arroz con leche’ porque era “machista”. Lo hizo el ministro de Educación como si contribuyera a mejorar la calidad educativa, a contar con colegios seguros, evitar la deserción de las niñas, el acoso, el maltrato o las violaciones.

Las organizaciones globalistas-femi-neomarxistas traban el desarrollo y el avance de las niñas y las mujeres en los países en desarrollo. Todo se reduce al dinero, pues de resolverse los verdaderos problemas que nos afectan se extingue el financiamiento internacional. Las oenegés hacen política contra el libre mercado en nombre de “la mujer”, cuando gracias al capitalismo la mujer se emancipó y dejó el trabajo hogareño para competir en el mundo laboral.

Camille Paglia es una reputada académica estadounidense, atea, lesbiana, se identifica como transgénero, respetuosa de los movimientos pro-vida y feminista igualitaria: “exijo un trato equitativo para hombres y mujeres en todos los ámbitos”, explica. Ella es la mayor crítica del feminismo ramplón e intelectualmente perezoso que grita por las calles contra el machismo, el patriarcado, el hetero-patriarcado y contra los hombres como si todos fueran unos violentos psicópatas.

La propaganda anti-masculina -afirma- ha invadido la educación pública y está destruyendo a los hombres jóvenes. En una entrevista con el diario ‘El Mundo”, de España, afirmó que “los estudios de género son mera propaganda y no una disciplina académica. No hay diferencia entre este discurso y la propaganda fascista durante la Segunda Guerra Mundial”. No es raro, pues, que las feministas, las otras, la aborrezcan.

Para Paglia “el problema del feminismo es que no representa a un amplísimo sector de las mujeres [y que] se ha centrado en la ideología y en la retórica antimasculina, en lugar de en el análisis objetivo de los datos, de la psicología humana y el significado de la vida. No creo que la carrera laboral deba ser lo más importante. Si tu trabajo define tu personalidad estás enfermo. Es muy importante desarrollar la vida familiar, afectiva”, dice.

Es cierto que las niñas y las mujeres son víctimas de una brutal violencia, incluso en el seno familiar, pero también los niños y los hombres. Es verdad que no tienen las mismas oportunidades, pero eso afecta a los pobres por igual. El reto es frenar la descomposición, educar, generar riqueza e incorporar a los hombres como parte de las soluciones.