El Grinch caviar
Por donde se le mire, ha sido una mala semana para el otrora poderoso gremio caviar peruano (político, mediático, judicial y oenegero) al cual Fernando Rospigliosi denomina “coalición vizcarrista” debido a los grandes favores que recibió del gobierno de Martín Vizcarra a cambio de proteger a este imputado de corrupción.
Ciertamente la puesta en escena de su músculo a raíz de la caída de Patricia Benavides del máximo podio del ministerio público, todavía revela una fortaleza acumulada con paciencia y gran cálculo los últimos 25 años, pero es objetivo decir que –parafraseando un poema de Neruda– ellos, los de entonces, ya no son lo mismo.
Empezando por la burda operación de allanamiento de domicilios y oficinas del ex ministro aprista Hernán Garrido Lecca y el abogado José Luis Hauyón, bajo el supuesto que ambos personajes eran “asesores en la sombra” de Benavides y que –gracias a sus habilidades sobrenaturales – habrían intercededido ante la Junta Nacional de Justicia para lograr el ascenso de ella al cargo de fiscal supremo.
Pero como quedó demostrado, este argumento pone en tela de juicio la integridad de los miembros de la JNJ a quienes el gremio caviar busca defender y convertirlo en víctima del apro-cerro-fujimorismo aliado de la fiscal de la nación. No tiene lógica que se allane las propiedades de Garrido Lecca y Hauyón, sin que se toque ni con el pétalo de una rosa a las de dichos funcionarios.
Lo segundo ha sido la ratificación del estado peruano de respetar el esquema jurídico nativo respondiendo a la estrepitosa resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos declarándolo en “desacato” por no mantener tras las rejas al expresidente Alberto Fujimori tras obtener éste la gracia presidencial de parte de Pedro Pablo Kuczynski.
Corte cuyas extralimitaciones ha recibido un portazo en la cara de otras ocho naciones latinoamericanas sin que la mayoría de ellas (las que no son dictadura) busquen abandonar su imperio jurisdiccional. Como bien sostienen el constitucionalista Domingo García Belaunde y otros de su fuste intelectual, nada le ocurrirá al Perú por esa declaración írrita y sesgada, peor todavía de una CIDH totalmente desprestigiada en esta parte del hemisferio.
Y lo tercero es el creciente convencimiento ciudadano sobre el activismo del brazo mediático caviar que disfraza de “primicia”o “destape” su concierto con otras fuerzas fácticas y transmite con descaro en forma on line (como lo hizo desde Curitiba, Brasil, durante las audiencias “reservadas” del caso Lava Jato) lo que le interesa resaltar y ocultando lo que afecta sus intereses.
El papelón del capítulo Garrido Lecca-Hauyón-JNJ, demuestra que la estupidez ya toca sus cerebros y el peruano común se da cuenta, a juzgar por las manifestaciones en redes y el mayoritario respaldo en las encuestas al indulto a Fujimori.
El grinch caviar, ese que en el fondo odia la navidad democrática pero se autoproclama demócrata, anda zombie pero no está derrotado. No menospreciemos su capacidad de reciclaje y organización. Son hábiles y perversos.
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