El gasoducto distrae, el mar decide
Mientras el mundo mira el gasoducto Rusia–China, la flota “oscura”, que es la encargada de mover gas natural licuado (GNL) y petróleo rusos, logra evadir sanciones y financiar la guerra. El responsable hoy es el Kremlin y sus redes de transporte y financiamiento, que operan con opacidad, conveniencia y pólizas dudosas. Aunque parezca lejano, Perú pierde precio, seguridad y reputación.
Las sanciones occidentales fijaron un tope de precio al petróleo ruso. Moscú respondió con descuentos y una logística en sombras. Esto incluye trasbordos en altamar, AIS apagado (señal satelital) y seguros P&I (responsabilidad civil marítima) no verificables. El GNL marítimo resultó ser mejor que cualquier gasoducto y viaja a donde paguen mejor.
Aunque el gasoducto “Power of Siberia 2” prometa 50 bcm anuales, su impacto queda reducido y tardío, comparado con los beneficios que Rusia obtiene en el mar. La decisión de cortar el suministro de gas a Europa aumentó la demanda global de GNL y llevó a Latinoamérica, incluido Perú, a redirigir cargamentos. Las sanciones a buques, comerciales y aseguradoras han forzado reajustes y encarecido los fletes y coberturas. Ahora muchos barcos prefieren evitar esas aguas.
El Kremlin y Gazprom utilizan la narrativa del megagasoducto, con Beijing como principal comprador, para proyectar poder y la ilusión de “sustituir a Europa”. Del otro lado, EE. UU., la UE, el G7, reguladores marítimos, aseguradoras y bancos buscan asfixiar las finanzas energéticas de Moscú, cerrando la evasión de sanciones en GNL y transporte.
Perú LNG, mineras y agroexportadores enfrentan fletes y seguros al alza y riesgo de cumplimiento normativo. Sin embargo, esta situación también representa una oportunidad para posicionarse como un proveedor confiable de “energía responsable”. El verdadero enfrentamiento no se reduce a una disputa entre gasoductos, sino que se centra en contraponer la opacidad y el financiamiento de conflictos frente a la transparencia, el Estado de derecho y el acceso a mercados.
¿Qué implica esto para Perú? Impacta en los costos logísticos, en la prima de riesgo, en los contratos y en el flujo de inversión. El castigo internacional a la flota fantasma incrementaría el costo de mover el crudo y el GNL rusos, ampliando el espacio para el LNG de Camisea y para los metales con trazabilidad, como el cobre “limpio”. En cambio, si la situación actual persiste, se mantendrán la volatilidad y la penalización reputacional para aquellos que formen parte de esta cadena de suministro opaca.
La gobernanza y el talento son claves, y es necesario contar con profesionales experimentados en riesgo marítimo, cumplimiento financiero y comercio exterior, así como equipos mixtos público-privados y evaluaciones regulares. El Perú debe privilegiar la transparencia sobre los descuentos temporales. La diversificación de suministros críticos y el fortalecimiento del cumplimiento financiero se presentan como estrategias indispensables para no repetir los errores del pasado.
Es fundamental aprovechar los contratos europeos y atraer inversión hacia el gas limpio, siempre bajo reglas claras. La seguridad marítima no solo incide en la competitividad, sino que también determina el atractivo de los puertos peruanos.
Debemos imaginarnos viendo barcos metaneros provenientes de Perú navegando hacia Europa, con toda su documentación en regla y su bandera ondeando orgullosamente, mientras que, en el horizonte, los barcos sin el seguro adecuado buscan puertos que no les dan la bienvenida.
El destino de Perú en este escenario global depende de nuestra capacidad para dirigirnos mediante reglas claras y datos fiables, evitando que la opacidad delimite nuestro camino. Así, los detalles que navegan ocultos por la noche se convierten en nuestros aliados para asegurar un futuro próspero y responsable.
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