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"El Gallo" desestabilizador en Perú

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Fecha Publicación: 23/08/2025 - 04:46
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En la política contenciosa —y hasta violenta— latinoamericana, nada es casual. Mucho menos cuando se trata de Cuba, un régimen dictatorial que ha perfeccionado el arte de la infiltración política e ideológica bajo el disfraz de "cooperación" médica, cultural y diplomacia atrevida. El Perú se encuentra, desde hace muchos años, en la mira de ese aparato, y el embajador Carlos “El Gallo” Zamora Rodríguez se ha convertido en el epicentro de una controversia que no puede seguir ignorándose.

Desde su llegada a Lima en diciembre de 2021, Zamora ha sido señalado por medios, investigadores y comentaristas como un operador de inteligencia formado en la antigua KGB, con historial en varios países. No estamos hablando de un diplomático convencional, sino de un cuadro estratégico que, según denuncias, ha tejido redes con actores políticos locales, especialmente durante el desgobierno de Pedro Castillo y su otrora aliado Vladimir Cerrón.

En una reciente carta pública de la Unión Naval —que reune a exoficiales de la Marina de Guerra del Perú— se exige su expulsión inmediata y la reducción de relaciones diplomáticas con Cuba a nivel consular. ¿La razón? La sospecha fundada de que Zamora y su esposa operan como agentes encubiertos, interfiriendo en la política interna peruana con miras a las elecciones de 2026. ¿Qué papel juega Cuba en la arquitectura política de la izquierda extremista y antisistémica en Perú?

El patrón se repite. En Bolivia, en 2019, diplomáticos cubanos fueron acusados de financiar y coordinar protestas violentas en apoyo al Movimiento al Socialismo de Evo Morales. En VenezuelaNicaragua y Colombia, la presencia cubana ha estado ligada a procesos de extremización política. Perú, con su fragilidad democrática e institucional y una polarización creciente, es terreno fértil para este tipo de operaciones.

Y es precisamente en este contexto que se debe encender alertas. Las elecciones de 2026 podrían convertirse en un relanzado escenario de tensiones inducidas, donde operadores castristas —bajo diversas coberturas— intenten incidir en el clima político, agitar las calles, las provincias, las fronteras y desestabilizar a favor de grupos antisistémicos internos, incluyendo a algunos en competencia electoral. No sería un movimiento aislado, sino parte de un esquema regional que además busca frenar el retroceso del castrochavismo y sus satélites en América Latina.

Maduro enfrenta una crisis de su poder político criminal en Venezuela, Petro pierde tracción en Colombia, y Evo ha quedado relegado —aunque impune— en Bolivia. Mientras el kirchnerismo en Argentina y el correísmo en Ecuador han sido frenados. La red de influencia de la extrema izquierda continental está perdiendo espacios, y Perú es una pieza clave para intentar contener esas pérdidas. Si el Gobierno en Lima actúa con advertencia y se mantiene firme incluso pos-2026, el tablero geopolítico se reconfigura aun más. Si cede, el retroceso democrático se agravará en la región.

La designación de Carlos Rafael Zamora Rodríguez, alias “El Gallo”, como embajador de Cuba en Perú durante la "presidencia" de Pedro Castillo, representa un movimiento de riesgo político que no debe ser subestimado. Zamora no es un diplomático convencional: ingresó a la Dirección de Inteligencia de Cuba en 1968 y ha operado bajo fachada diplomática en Ecuador (1984), Panamá (1998), Brasil (2009), El Salvador (2017–2018) y Bolivia (2019), donde se le vio junto a Evo Morales en plena crisis política. Su esposa, Maura Juampere Pérez, también es oficial de inteligencia, lo que refuerza el carácter operativo de sus misiones. Por años, investigaciones e informes oficiales e independientes han advertido que Zamora "forma parte del aparato de penetración, influencia y subversión de Cuba en América Latina". Ignorar este historial sería una negligencia estratégica con consecuencias para la seguridad democrática peruana.

"No me explico por qué Cancillería se resiste a retirar al embajador cubano Zamora. Cuba es una dictadura que articula todas estas fuerzas del socialismo del siglo XXI en la región", advertía la congresista Adriana Tudela poco después de que la "experulibrista" Dina Boluarte asumió la presidencia en diciembre de 2022.

El escepticismo ciudadano es evidente con este gobierno, pero Boluarte enfrenta una decisión crucial y estratégica: permitir que la embajada cubana siga operando sin restricciones, o tomar medidas firmes que protejan la autonomía y la seguridad nacional. La historia reciente latinoamericana nos enseña que ignorar estas señales puede costar caro. La estabilidad del país, el respeto al voto popular y la integridad del proceso electoral no pueden ser contaminados.

No se trata de una preocupación exagerada, sino de prevenir riesgos mayores. Aunque el caballo de Troya —o "El Gallo" en este caso— ya haya ingresado a las murallas, todavía hay tiempo para expulsarlo y cerrar las puertas.

El Gallo Zamora
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