El factor de poder de las grandes potencias

Los comentarios que hacen las autoridades gubernamentales, no únicamente del Perú sino de casi todo el mundo, en el sentido de que los problemas internos que padecen sus pueblos son derivados de los conflictos internacionales, especialmente el enfrentamiento entre la Federación Rusa y Ucrania, debe motivar a las grandes potencias, tanto de Occidente como del otro lado del planeta, a fin de que revisen sus políticas interestatales e inspirarlas y orientarlas con un sentido más humano del que hoy se desconoce o no se quiere tomar en cuenta.

El interés de los países que conforman la Unión Europea y los que integran la OTAN, así como los del grupo euroasiático, son motivados por intereses fundamentalmente geopolíticos; es decir estratégicos, para continuar teniendo influencia o control político dentro de determinadas regiones, lo cual les permite también controlar lo económico.

El significativo incremento de los contagiados por la viruela del mono en diversos países de todos los hemisferios, que ha obligado a la OMS a decretar la máxima alerta; las elevadas temperaturas que viene soportando Europa, dando lugar a la aparición de incontrolables incendios forestales en España; la migración a Italia de miles de personas que no tienen a su alcance satisfacer sus más prioritarias necesidades en sus países, algo similar de lo que acontece con algunos pueblos de esta parte del continente, son, entre otras muchas realidades, las que acompañan el panorama dentro del cual se desenvuelve el diario vivir de los pueblos del mundo.

Y, si a todo ello, agregamos lo que las últimas informaciones internacionales nos señalan, respecto al índice de desnutrición, cuando se calcula que son más de 800 millones de personas que en el mundo se encuentran mal alimentadas, nos vemos en la obligación de llamar la atención a los más importantes organismos internacionales, como lo es la ONU y la OEA (en nuestra región) para que reorienten su accionar, hacia la búsqueda de soluciones internas de los problemas que tienen los países que los conforman pero, que dichas soluciones, no estén supeditadas al sometimiento ideológico, político y económico de los países que son los que manejan las decisiones en el interior de estos organismos internacionales.

Los bloqueos económicos, que son hoy las armas más comunes, que con mayor frecuencia usan los países que dominan el mundo, obstaculizando el traslado para el abastecimiento de productos de primera necesidad que los pueblos requieren para la satisfacción de sus necesidades, y que obliga a los gobernantes a tener que someterse a aceptar decisiones que atentan en contra de su independencia, autonomía y soberanía, afectan la obligación que tienen todos los países del orbe de respetar el principio de no intervención en asuntos internos de otros Estados.

En consecuencia, esos miles de millones de dólares que se invierten en abastecer con armamentos sofisticados y de última generación a los países que se encuentran inmersos en un conflicto bélico, mejor deberían ser usados en aplacar la hambruna de los pueblos olvidados o marginados que no saben ni tienen conocimiento de las aspiraciones que tienen quienes los gobiernan, ni menos saben de las inquietudes y objetivos de los países que dominan el mundo.

Analistas y estudiosos de las realidades políticas y sociales de muchos países de nuestra región y de otras latitudes califican el accionar de algunos gobernantes, en lo interno de sus Estados, como violadores de los derechos humanos por no atender eficazmente los requerimientos de sus pueblos; en algunos casos, ello puede ser cierto.

Pero lo que también es cierto es que usar los ya identificados bloqueos de comunicaciones y de traslado de alimentos a los países que los necesitan, para presionar a los gobernantes “enemigos” a actuar como desean las autoridades de los Estados que dominan la comunidad internacional, constituye un delito de lesa humanidad.

Y eso es lo que en el mundo se debe de evitar.

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