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El equilibrista Martín Vizcarra

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Fecha Publicación: 25/04/2019 - 22:30
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En medio del generalizado desarreglo que viene afincándose en el Perú, el presidente Vizcarra actúa como funambulista vendado a mitad de camino. Anduvo los primeros tramos ayudado por el contrapeso de la prensa comprada con la publicidad oficial, y por el cartel mediático-polítiquero de las oeneges progre-marxistas que lidera el ideele. Pero en política ni dos más dos son cuatro, ni las ayudas –o alianzas– son duraderas. Sobre todo cuando se pacta con traidores y mercaderes. En consecuencia Vizcarra aparece cada día más aislado, más preocupado y desorientado. El suyo es sin duda uno de los gobiernos más frágiles de las últimas décadas. Rememoremos. Martin Vizcarra surge desde el cabildeo de carácter regional donde el tuerto es rey en la tierra del ciego. Recién el año 2016 irrumpe en la gran política nacional, de la mano de un presidente que debió renunciar para evitar ser desaforado por el Congreso tras aparecer involucrado en el caso Lava Jato. Posteriormente, su arribo a la presidencia no ocurrió precisamente de la forma más auspiciosa. Lo hizo apelando a un traumático mecanismo accesitario. Si bien la Constitución manda que en casos de vacancia el vicepresidente sucede al jefe de Estado, por aquellos días flotaba sobre un ambiente enviciado el fantasma de la convocatoria a comicios para elegir una nueva plancha presidencial. Porque el terceto Kuczynski-Vizcarra-Aráoz era plancha quemada. Para evitarlo Vizcarra manipuló su llegada a Palacio orquestándola con tono intrigante. Para concretarla tuvo que conspirar contra el entorno más íntimo del régimen del cual formaba parte. Resulta que el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, junto con su entonces segunda vicepresidente Mercedes Aráoz, la bancada congresal oficialista y algunas voces de lo que quedaba del partido PpK, habían acordado que la plancha presidencial completa debía renunciar. Pero ocurre que encontrándose autoexiliado en Canadá –durante todo el proceso del hundimiento presidencial de Kuczynski– a Martín Vizcarra le había picado el bichito del poder. Para ello, como acaba de hacerlo público el pugnaz periodista Phillip Butters, Vizcarra se comunicó con él para procurar la ayuda de Alan García, Keiko Fujimori y Víctor Andrés García Belaunde, líderes del Apra, Fuerza Popular y Acción Popular. Su estrategia consistiría en enfrentarse a Aráoz y compañía para suceder a Kuczynski, empoderado constitucionalmente con el respaldo de las principales fuerzas políticas. Y así fue. Tanto que ya instalado en la presidencia fue patente una trepidante tensión entre Vizcarra y su vicepresidenta, arropada ésta solo por unas golpeadas huestes pepekausas. Finalmente se reunieron por necesidad. Jamás amistaron. Ahora, tras la confidencia de Butters, la tensión entre ellos habría resurgido. Veremos hasta qué extremo.

Mientras tanto este país continúa al garete. La Fiscalía frankenstein y la Policía política Divac cobraron su primera víctima mortal: el trascendental dos veces presidente Alan Garcia; el Gobierno cede en todo ante las huestes comuneras; el Gabinete lleva doce días sin ministros de Vivienda y Transportes; el precio del petróleo que importamos está al alza, lo mismo que los escandalosos sobrecostos de la refinería Talara, etc. ¡El equilibrista Vizcarra tambalea en la cuerda!