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El ejemplo de Chile

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Fecha Publicación: 04/06/2020 - 22:00
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Dentro de ese esquema de secretismo, embuste y trampa que practica este gobierno, nadie sabe cuántos ciudadanos han recibido esos bonos –por S/ 360 y/o S/ 720- que el presidente Vizcarra ofreciera con bombos y platillos. Aunque el mismo gobernante se rasga las vestiduras asegurando que “todos lo han recibido”; a contrapelo de lo que asegura la inmensa mayoría de pobladores que desmiente haberlo hecho, confiando este escriba mucho más en la voz del Pueblo que en “la palabra” de este mandatario. Es evidente que centenares o quizá miles de millones de soles se han quedado nadie sabe en manos de quién. Aunque por lógica los únicos que pudieran haberse quedado con ellos –causándole un daño irreparable a la gente pobre- son quienes integran este gobierno, conjuntamente con algunos burócratas. El asunto es que Vizcarra y su gente optaron por la vía más fácil. Repartir dinero “para que la gente tenga con qué vivir” en estos tiempos de paralización, desesperanza, hastío y furia. Y usó el canal de la banca para hacerlo.

Cuando probablemente 70% de los auténticos destinatarios del “regalo” –no del Estado o del Gobierno, como sesgadamente entona Vizcarra en sus sermones; sino suyo, amable lector y sufrido contribuyente- no conocen un banco porque forman parte de la masa informal de esta nación. Por último, quienes sí se acercaron a cobrar hicieron interminables colas que sirvieron de núcleos de infestación; ahora reflejado en las estadísticas –aún esas descafeinadas del Gobierno- que nos colocan en el décimo lugar del catastro mundial de infectados, y posiblemente en el tercer puesto en cuanto a número de fallecidos versus cantidad de habitantes. Sin la menor duda, lo que debió hacer Vizcarra fue destinar aquellos miles de millones de soles previstos como bonos para comprar víveres y medicinas básicas, y utilizar la logística de la Fuerza Armada para distribuir aquellos bienes hasta en la cima de la última ladera de cerros adonde sobreviven millones de menesterosos que no tienen siquiera cómo movilizarse. No solo por falta de dinero, sino porque no existe acceso a movilidad. Esta propuesta fue voceada innumerables veces, aunque prepotentemente despreciada por Vizcarra.

A contrapelo de tantas necedades del régimen peruano, en Chile el presidente Piñera ensambló el programa “Alimentos para Chile” para abastecer de artículos de primera necesidad a las familias afectadas por la crisis. De arranque distribuyó 227,666 cajas (allá sí contabilizan los registros), como ensayo. Piñera manifestó que: “Comprando al por mayor obtenemos mejores precios. Estamos trabajando sin descanso para cumplir el compromiso de llegar antes del 21 de junio, día que arranca el invierno, a un millón y medio de familias chilenas, golpeando sus puertas con un millón y medio de cajas de alimentos y a 2.5 millones de familias chilenas a lo largo y ancho de nuestro país (…) así aseguraremos que lleguen los alimentos (al pueblo), que es lo que más requieren las familias, sin la necesidad de salir de sus hogares y correr el riesgo del contagio.”

Aquí estriba la fundamental diferencia entre un gobierno eficiente y otro esperpéntico.