El diplomático Pedro Paulet y el espacio aéreo peruano

Era 13 de diciembre de 2012 en que siendo decano de la facultad de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacional de la Universidad Tecnológica del Perú - UTP, recibí el gratísimo mensaje electrónico del entonces Cónsul General Adjunto del Perú, en Valparaíso, el ministro Alberto Fernández Prada, que me contaba extasiado de su ilusión por ver publicada su obra sobre el genio Pedro Paulet Mostajo –al final se hizo en Valparaíso y en Lima–, a mi juicio, el inventor del bicentenario del Perú –así debería ser oficialmente reconocido–, y precursor de la geopolítica peruana, y de cuya figura, los peruanos acabamos de recordar los 150 años de su nacimiento; vino al mundo en la ciudad de Arequipa, el 2 de julio de 1874.

La inquietud biográfica y académica de Fernández Prada se hallaba en el deseo de relievar el legado de tan valioso científico del siglo XIX y XX, que fuera diplomático de nuestro país, y yo debo reconocerlo.

No es objeto de esta columna referirme a aspectos biográficos de Pedro Paulet, que hace rato debería haberse decidido por el ministerio de Educación, un guion especial para información de todos los escolares y universitarios, y en general, de todos los peruanos; sin embargo, corresponde relievar que el ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, en la idea de dar a conocer la dimensión y la trascendencia de este diplomático sabio del Perú para el mundo, haya acertado con creces organizar una exposición el pasado 4 de julio, sobre los extraordinarios aportes del también matemático, mecánico y arquitecto de la patria –ha cobrado impacto singular la puesta a la vista para todos de un avión torpedo, es decir, un proyecto propulsado por cohete líquido diseñado por Paulet en 1902, además de otros de sus inventos, y por supuesto, sus diplomas–, que como nadie, comprendió el enorme valor de nuestro espacio aéreo –el mismo que corresponde atender a nuestro Dominio Marítimo de conformidad con el artículo 54 de la Constitución Política de 1993–, consagrando su vida a los cielos de la patria.

Sin duda, el gran acierto de nuestra cancillería al homenajear a Paulet nos muestra la forma de cómo debe reconocerse a quienes han dejado una huella profunda en nuestra historia bicentenaria como es el caso del genio arequipeño, dotado de una creatividad innata desde los tiempos de su niñez, absolutamente complementaria y compatible con su función diplomática, cumplida con pulcritud profesional. Finalmente, hallándonos en la inmejorable circunstancia del año del bicentenario de las batallas de Junín (6 de agosto) y Ayacucho (9 de diciembre) –1824-2024–, y valiéndose de la referida celebración, al haber transcurrido siglo y medio del natalicio de este eminente peruano dedicado durante su vida, y en forma imperturbable por alcanzar las estrellas, amando todo el tiempo el firmamento que cubre la patria, propongo, entonces, que el Gobierno del Perú, decida declarar a “PEDRO PAULET, JORGE CHÁVEZ Y JOSÉ ABELARDO QUIÑONES, LOS TRES ASES DEL ESPACIO AÉREO DEL PERÚ”.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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