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El Día del Periodista

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Fecha Publicación: 29/09/2024 - 22:10
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Sentemos cátedra con la profesión que tanto amamos, con lecciones de dignidad, de ética y de moral, que deben constituir huellas ejemplares para el ejercicio profesional y ser continuadas por el periodismo nacional, particularmente tras lo que estamos viviendo día a día.
El ejercicio del periodismo alcanza una posibilidad trascendente en la medida en que se ejerce como un privilegio y, en consecuencia, se debe disfrutar con honor y generosidad para el bien y no para el mal, para enaltecer y no para hundir, para orientar y no para desquiciar, para educar e instruir y no para confundir y arrastrar hacia las tinieblas de la duda o de la morbosidad, para formar y no para darle al público lo que le gusta o lo que pide…
Un primero de octubre de 1953 se instituyó el Día del Periodista, por Decreto Supremo N.º 2521; es importante hacer una necesaria reflexión sobre su real significado. No es una ocasión más para jolgorio social, sino para detenerse a pensar que ¡Hay un deber sagrado que cumplir!
La política se ha judicializado y el periodismo se ha convertido en esbirro. Como periodistas, tengamos la decencia, el valor, la hombría y el coraje de decir las cosas como son, solo así honraremos nuestra profesión.
El periodismo ético y responsable es el baluarte por excelencia de la libertad, la democracia, los derechos humanos y los valores supremos de las naciones civilizadas, en las que debe imperar, como necesaria garantía, la seguridad jurídica y el pleno Estado de Derecho.
Los periodistas tenemos el privilegio del deber insoslayable de orientar nuestro quehacer al servicio de una causa que jamás ha de ser postergada ni negociada; es la causa de la sociedad, es la causa de la libertad, es la causa nacional. Es la causa, en fin, del Bien Común, que entendemos como la juridicidad básica e intocable, sin mácula, que, al propender alcanzarla y mantenerla, fomenta un ambiente de seguridad, confianza y bienestar.
Bien Común como anhelo sentido por el pueblo, anhelo para cuya satisfacción se requiere una autoridad competente, legítimamente establecida y que ejerza ese poder conferido por la voluntad popular, con respeto indeclinable a la Constitución Política y al juramento que debe mantener con honor; autoridad como condición necesaria para el desarrollo histórico-social del quehacer práctico; autoridad cuyo abuso hace que desmerezca la confianza puesta en ella; por ende, se requiere de un régimen político auténticamente democrático; libertad responsable y una efectiva y múltiple participación ciudadana.
El periodismo es, en esencia, el Primer Poder de los Pueblos Libres. La libertad de expresión es la base segura para el sostén de las demás libertades y derechos del hombre. Hay que defenderla más que como un bien, como un valor de alto grado. Pero, a la vez, hay que honrarla, enaltecerla y hacerla merecedora de la confianza y respeto del público.
Seamos capaces y suficientemente humildes para alimentar una sana conciencia crítica ante el desorden moral de la prensa, descaminada, que transita por las rutas del sensacionalismo y el oprobio. Urge robustecer los criterios sobre la libertad y la veracidad para retornar al periodismo ético que alguna vez gozamos.
Hagamos votos porque esta profesión que tanto amamos y de la cual depende en grado sumo el bienestar de la sociedad y el porvenir de la Patria recupere su prestigio que alguna vez tuvo.

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