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El debate que nunca fue

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La ira de los ilegales.
Fecha Publicación: 31/05/2021 - 21:00
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El absurdo formato del mal llamado “debate presidencial” organizado por el Jurado Nacional de Elecciones en la ciudad de Arequipa, impidió a los candidatos desplegar ese arsenal de artillería pesada que pudo haber sido decisivo para que los indecisos definan la elección este 6 de junio. A diferencia de ello, las casi tres horas de presentación fueron una errada invitación para que ambos expusieran, descriptiva y controladamente, sus propuestas de gobierno, dándose apenas breves pullazos, que no sacaron mayor chispa en la puesta en escena que hicieron ambos contrincantes.
Lo cierto es que Fujimori aprovechó mejor el formato dispuesto. Tuvo una estrategia más clara desde un inicio, segmentando mensajes hacia distintos públicos objetivo, sectorizados en actores productivos y dirigiéndose claramente hacia mujeres, hombres y jóvenes en sus intervenciones. Sus mejores momentos fueron la presentación de la piedra que representa la violencia que no queremos, y las afortunadas frases “Un gobierno de Castillo afectará tu bolsillo”, “Un cambio con esperanza” y “Palabra de Mamá”, neutralizando con esta última el “Palabra de Maestro” que Castillo repitió sin el impacto de la primera vez.
El mayor acierto del último tramo de campaña fue, sin embargo, su mayor debilidad. La sobredosis programática presentada generó confusión. Si se hubiera centrado en seis grandes programas hubiera logrado mayor recordación, y no dispersado el mensaje. Pero ante la ausencia de propuestas de su contrincante, la sobrecarga de propuestas generó la percepción de tener un mejor manejo del Estado que pretenden gobernar.
Castillo, por su parte, fue a convencer a los indecisos de que no es un radical. Que su gobierno respetará la propiedad privada y los ahorros individuales de los peruanos. Pero su discurso fue bastante confuso y el inconsciente lo traicionó en varios tramos de la larga exposición. Como cuando su machismo le hizo referirse a los hombres que sostienen los hogares peruanos, o sostuvo que el Estado debía controlar a la población y al mercado. Pero su punto más débil fue cuando utilizó la metáfora de “los de arriba y los de abajo” para explicar procesos de reforma. Y lo hizo de forma tan contradictoria que no logró instalar el mensaje adecuado.
Uno espera ver en un debate a sus líderes sacar ases bajo la manga para superar los momentos de dificultad frente al rival de turno. Como cuando vemos una pelea de box. Pero lo que vimos la noche del domingo fue un deslucido encuentro sin mayor apasionamiento ni vibración, aquello que un país requiere para levantarse de sus cenizas. Al parecer, el empate técnico con el cual llegan este 6 de junio mantendrá hasta el final su pronóstico reservado.

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