El costo visible de la informalidad
La informalidad es un fenómeno complejo, multifacético, pluricultural y completamente dañino por dónde se le mire. Su impacto social y económico es innegable, y sus consecuencias llegan a todos los rincones de la sociedad.
Ser formal es cumplir con los requisitos legalmente establecidos para poder desarrollar una actividad, someterse a la regulación estatal, y ser responsable de nuestro actuar. Informal es diametralmente lo contrario y colinda con lo prohibido expresamente, que resulta ser lo ilegal.
Encontramos muchos sustentos para la justificar este actuar poco o nada responsable. Así, encontramos principalmente a los siguientes: (i) el nada sorprendente ejercicio irrestricto de la libertad individual que convierte todo actuar humano en una anarquía en donde prima la fuerza; y (ii) el excesivo control o regulación estatal que pone vallas muy altas para lograr llegar a la meta de la formalidad.
En Perú tenemos a una entidad encargada de recibir, analizar, tratar, evaluar y transmitir información para la detección del lavado de activos y es la Unidad de Inteligencia Financiera. Dicha entidad se encarga de hacer visibles los montos involucrados en estas actividades realizadas al margen de la ley (informales) y en su contra (ilegales).
En los últimos 10 años se han detectado más de USD 12 mil millones generados por estas actividades no formales. Dentro de esta significativa cantidad encontramos a la minería ilegal como aportante del 60%, destacando sobre otras actividades no menos nocivas a todos (UIF, 2023).
La receta para lograr la formalización es sencilla y conocida, tal como simplificar y agilizar los procesos de registro y cumplimiento, promover la educación en finanzas y aspectos legales, reforzar la fiscalización y sanciones contra la evasión de impuestos y la informalidad, brindar incentivos económicos y beneficios puntuales a los nuevos formales y acompañar a los interesados en el proceso. No obstante, el diseño de cómo hacerlo es difícil y se requiere de mucha creatividad para su éxito.
Somos una nación trabajadora y creativa, con un territorio bendecido con muchos recursos naturales, pero con una geografía complicada que hace difícil comunicarnos y que el Estado garantice la prestación de servicios públicos de calidad y en igualdad de condiciones a todos. Esto último es un reto al que estamos acostumbrados tomarlo como una buena oportunidad de demostrar que somos capaces de hacer las cosas bien y con los recursos que tenemos.
Pongamos realmente en agenda la formalización de actividades en Perú y fijemos objetivos reales para el beneficio de todos.
(*) Abogado, docente universitario, consultor legal
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